sábado, 7 de diciembre de 2019

Los venenos de la corona - Los Reyes malditos III (Maurice Druon)

Atención, atención... que este título también nos puede dar alguna pistita...

Claro que, en aquel momento, lo de envenenar a alguien, fuera quien fuera, estaba a la orden del día y pasar, pasar... pasaba poco.

En esta tercer entrega vamos a encontrarnos personajes a los que hemos ido conociendo en las otras anteriores, como Guccio y Maria de Cressay, que son algunos de los ficticios de estas novelas y que protagonizan una historia de amor-desamor, desgracia y leyenda que resulta muy interesante (y que no voy a desvelar para que haya que leer la novela).

Pero Guccio merece mención especial por ser lombardo, banquero... Y vemos en toda la serie la influencia que tenían en aquel momento, por todo lo que le prestaban a la nobleza y a la realeza.

Vamos a conocer a Clemencia una princesa de 22 años... "A los 22 años cumplidos me desesperaba por no tener marido. Creía que ya no lo encontraría y que habría de entrar en un convento"... ¡Madre mía!... ¡Con 22 años! Hay que ver cómo cambian los cuentos. Sí, de acuerdo, la esperanza de vida no es la misma, ya... Eso sí, estoy pensando que como lean esto algunas de las feministas, retiran el libro de las librerías...

Me ha llamado la atención una expresión de Mahaut (que sigue apareciendo y sigue siendo mala, mala, malísima): "Que san Druon me proteja". Claro, me ha llamado la atención porque es el apellido del autor y yo no sabía que había un santo de ese nombre. El autor cuenta después un poco de su vida y yo he buscado algo más... Su festividad se celebra el 16 de abril (día de 1186 en el que falleció). Por lo visto nació por cesárea cuando su madre ya había fallecido y él se sintió siempre culpable por ello. peregrinó a Roma para conseguir el perdón del papa y luego se dedicó a cuidar del ganado de diferentes señores. Al parecer los ángeles cuidaban de las ovejas para que él pudiera orar. También se dice de él que tenía el don de la bilocación. Es abogado de pastores y camareros. (Al parecer, en español es San Drogón)

He descubierto que "oriflama" viene de or-y-flambe (ya se me podía haber ocurrido...), una larga banda de seda roja bordada de llamas de oro.

Nos cuentan en el libro algo que podían ponerles a nuestros políticos actuales en todas las paredes de sus despachos, del Congreso, del Senado y hasta de la cafetería: "De todas las actividades humanas, la de gobernar a los semejantes, aun siendo la más envidiada, es la más decepcionante ya que nunca tiene fin y no permite al espíritu ningún reposo". Vamos, lo mismito que piensan los nuestros, que solo quieren gobernar para su propio beneficio...

He aprendido también lo que es una misa árida, que se celebraba en los barcos: "... el sacerdote no consagraba ni comulgaba. Esta desacostumbrada forma litúrgica se debía probablemente al temor de que por el mareo, fuera arrojada la Sagrada Forma".

Y cierro ya con una reflexión interesante, de esas que dan que pensar: "Es un gran acto de sabiduría y piedad por parte del Creador, habernos impedido conocer el porvenir, al tiempo que nos ha otorgado las delicias del recuerdo y la ilusión de la esperanza"

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