viernes, 27 de diciembre de 2019

El chocolate no hace preguntas (Yolanda Quiralte)

Vamos a ver, ya el título prometía que no iba a ser una novela filosófica para pensar y dar un vuelco a la vida... Y así ha sido, pero ha habido ratos en los que me he reído.

Me gustó porque el prota, Bruno García, ha montado una librería "con tintes neoyorquinos" (que no sé muy bien qué es eso) y es un enamorado de los libros.

La chica, porque aquí tenía que haber "una chica" es Sara Bueno, de 33 años, que es neurocirujana. Curiosamente, estaba presente en un accidente de tráfico en el que falleció Mario Bueno, el padre de Bruno. Por supuesto, ella eso no lo sabía en aquel momento... En fin, luego se entera, no quiere que Bruno lo sepa, pero luego se lo quiere contar...

Es una novela romántica de enredo, divertida, con personajes muy curiosos. Algunos, hasta estupendos.

La mejor de todos es Maika, la dependienta de la tienda de Bruno: "Le encantaba estudiar y tenía una memoria prodigiosa para recordar datos y cifras, y mucho más si estos tenían relación con los libros, la auténtica pasión de su vida desde que tenía uso de razón". Es una muchacha con síndrome de Asperger, que ha tenido una infancia un poco complicada por un padre "difícil". Y a mí me cae muy bien. Sobre todo, cuando dice eso de: "...y, además, has doblado la esquina de varias páginas, ¡¡¡ME MUERO DEL PARRAQUE!!!". Eso mismo me pasa a mí, me identifico plenamente...

Aparecen otros personajes muy divertidos, como Aurora, la amiga de la infancia de Sara; o Greta, otra amiga; y Chuso, otro amigo más que se vuelve loco cuando encuentra en la librería el libro Si la lentejuela te falla, el glamour te estalla".

La novela no da para más... pero he pasado un rato entretenido... Y cierro con la frase de Bruno cuando está deprimido y se pone ciego de chocolate: "¡El chocolate no hace preguntas!"

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