lunes, 9 de diciembre de 2019

La ley de los varones - Los Reyes malditos IV (Maurice Druon)

Este título nos da también bastantes pistas... Y a mí me ha llamado la atención porque no sabía de dónde venía la ley sálica.

Al parecer esta ley data de los francos salios allá por el siglo V. Pero luego se dejó de tener en cuenta hasta el momento en el que nos encontramos en este libro, 1316, para que no pudiera reinar una mujer. La cuestión es que manipularon todo como quisieron de tal forma que pudiera acceder al trono Felipe V, el Largo, Felipe de Poitiers. "Nadie pensó en objetar que la dinastía merovingia no procedía de los salios, sino de los sicambrios y de los brúcteros, y en aquel momento nadie fue a examinar aquella famosa ley sálica, que se inventó pretendiendo referirse a ella, y que iba a hacer fortuna en la Historia, después de haber arruinado al reino con una guerra de cien años."

Pues así estamos... esta ley se ha ido aplicando por gran parte de Europa cuando les ha ido interesando.. esas cosas que pasan.

En fin, que me he liado con la ley sálica y no he contado que comenzamos con la muerte de Luis X: "El diodécimo rey había reinado 18 meses, 6 días y 10 horas, justo el tiempo suficiente para que este mezquino monarca pudiera destruir gran parte de la obra de su padre". Por si alguien tiene dudas, el autor no es un gran admirador de Luis X... A mí tampoco me ha caído bien mientras ha aparecido en la novela, es cierto, pero puede que el autor haya tenido parte de culpa...

Nos encontramos a la pobre Clemencia de Hungría viuda, con 23 añitos... Era la que decíamos en la novela anterior, que se creía que quedaría para vestir santos porque no tenía marido con 22 años... ¡criaturita! Y, además, a las reinas de luto las vestían completamente de blanco... Blanco, sí, menos tétrico que el negro, pero aisladas y muertas en vida.

Eso sí, como estaba embarazada, le pusieron a Hugo de Bouville, "antiguo Gran Chambelán de Felipe el Hermoso, fue nombrado curador del vientre". Es otra de las cosas que he aprendido. Yo no sabía que ponían a alguien para que se hiciera cargo del futuro rey o reina... ¡qué cosas! Velaba para que al "vientre" no le pasara nada. Por proximidad, claro, también cuidaba de la reina, pero era lo de menos.

Durante esa época se tenía que elegir al nuevo papa, pero los cardenales no estaban muy por la labor, así que medio engañados, Felipe de Poitiers les encerró a todos juntos y les dejó unas instrucciones muy claras: "... si al tercer día no habéis logrado poneros de acuerdo, solo recibiréis un plato de comida diario, y a partir del noveno día estaréis a pan y agua". Claro, de allí salió Juan XXII, ¡faltaría más! Era el cardenal Duéze, curioso personaje que propuso poner impuestos a los pecados, sabiendo que sería una fuente inagotable de ingresos.

Como ya he dicho en más ocasiones, esta serie de novelas es una fuente de cosas nuevas que aprender, algunas muy curiosas: "La ablución por inmersión completa en agua fría se practicó hasta comienzos del siglo XIV. Un sínodo celebrado en Rávena en 1313 decidió, por primera vez, que el bautismo podía administrarse igualmente por aspersión, si había penuria de agua bendita o si se temía que la inmersión pudiera perjudicar la salud del niño". No me lo había planteado yo nunca, claro, pero más de un chiquitín no sobreviviría a una inmersión en agua fría... ¡pobrecitos!

Es en esta entrega en la que conocemos la leyenda del rey que fue cambiado siendo bebé para evitar su muerte... Interesante, muy interesante.

Y cierro ya, con una reflexión de Felipe V: "¿Son todos ellos como yo, criminales si se les presenta la ocasión, inocentes solo en apariencia y dispuestos a obrar mal para satisfacer su ambición?

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