martes, 22 de octubre de 2019

El año de los delfines (Sarah Lark)

Esto va a ser muy rápido... No me ha gustado nada. Lo compré en el Círculo de Lectores porque había visto que era de los más leídos y me equivoqué.

Podría cerrar ya pero me da un poco de vergüenza...

Nos vamos a encontrar con Laura, de 31 años y su marido Tobías, que viven en Colonia. Tienen dos hijos, Katharine, de 13 años y Jonas, de 9. La obsesión de Laura siempre han sido los mamíferos marinos y opta por "un empleo de guía en un barco donde se hacen excursiones con avistamientos de ballenas" Eso estaría genial si no fuera porque es en Nueva Zelanda... que le pilla un pelín a contrapié... (vamos, digo yo...)

Y allá que se va, en contra de todos. No me parece mal, para nada, que no se me malinterprete, por favor... pero es todo tan raro... Su comportamiento, sus relaciones allí, su relación con sus hijos y su marido.

Y, cómo no, tienen que aparecer los grupos ecologistas exagerados que luchan contra lo que hace la empresa para la que trabaja Laura. Por supuesto, el hijo del dueño es el cabecilla de estos grupos y, por supuesto, es guapo, majete, maravilloso... todo taaaaaan predecible.

En fin, que no me ha gustado, me he aburrido y no me ha enganchado nada de nada. Por no tener, no tengo ni reflexión final...

Tú no matarás (Julia Navarro)

¡Qué alegría tan enorme! Después de dos fiascos, me acabo de encontrar con una maravilla... No es que no me lo esperara, claro, porque Julia Navarro es un seguro de vida, pero cuando te zambulles en la novela descubres que lo tiene todo.

Y eso que a mí me cansa enormemente el tema de la Guerra Civil y la posguerra. No quiero que suene superficial o prepotente por mi parte, pero de verdad que la temática me resulta ya muy difícil.

Pero esto es otro nivel. Es una novela increíble. Comienza en 1941 (el año en que nació mi mami...) en un barrio en Madrid, presentándonos a los vecinos, unos del bando ganador y otros del bando perdedor. Conocemos a Fernando Garzo, de 25 años, a su madre Isabel y a su padre, D. Lorenzo, que está preso. También conocemos a Catalina, amiga de Fernando de toda la vida y por la que este siente algo muy especial. Sus padres, Asunción y Ernesto Vilamar están de parte de los vencedores, aunque la madre no cree que por ser del bando contrario, nadie vaya a ser peor... "En las calles había dos tipos de personas: los vencedores y los supervivientes"

El tercer gran amigo es Eulogio, de 28 años, que vive con Piedad, su madre. Es el gran amigo de Fernando desde siempre. Al comenzar nuestra historia, acoge en su casa a Marvin, un poeta americano un poco peculiar, la verdad.

Desagradable a más no poder es Antoñito, el hijo de D. Antonio Sánchez, el estraperlista. La mujer y las hernanas me recuerdan a la madrastra de Blancanieve y a las hermanastras, no sé por qué...

D. Lorenzo es uno de los personajes más agradables y más sensatos de la novela. Catalina le recuerda diciendo: "Si no leéis, no entenderéis la vida ni sabréis quiénes sois". Y, lo más importante, es el que da título a la novela. Fernando quiso ir al frente pero su padre no le dejó: "No matarás, hijo, tú no matarás". Porque él sabía de qué hablaba: "Cuando matas no sientes nada, el infierno viene después"

No se puede contar en realidad todo lo que pasa porque se desarrolla en un período de tiempo muy amplio... Van a aparecer personajes estupendos como el capitán Pereira o Ylena Kokkalis en Alejandría... Porque nuestros personajes van a tener una vida muy interesante, sin que ellos pudieran intuirlo. ¡Vaya aventuras! Eso sí, siempre juntos, con Adela, la hija de Catalina que nace en circunstancias especialísimas...

Otro personaje que me gusta mucho, aunque aparece poco es el Dr. Juan Segovia, que atiende a Catalina en su embarazo. Hablando con Asunción le cuenta lo que más miedo le daba cuando estaba luchando en la guerra: "... la posibilidad de enfrentarme a mi hermano. Él combatía a favor de la república, yo con los nacionales, y no sabía dónde estaba"

Y D. Victor, el jefe de Fernando en la editorial: "Sí, un bando ha vencido a otro, pero ¿ahora qué? ¿Sabremos volver a mirarnos los unos a los otros sin odio ni rencor? ¿Seremos capaces de superar lo que hemos hecho?". Yo le habría dicho a D. Víctor que sí, que ya estaba todo superado, que la generación de mis hijos ve la Guerra Civil como un hecho contemporáneo a las pinturas de Altamira... Pero me preocupa que los políticos que nos han tocado en suerte (o en desgracia) estén haciendo revivir los peores sentimientos de la posguerra (y de la guerra). Me encantaría saber qué sacan ellos de todo esto.

Hay una frase de Catalina, ya avanzada la novela que me ha hecho pensar, porque estoy en su línea la 100%: "La guerra la ganaría Franco, pero la perdimos todos. (...) Los muertos duelen por igual (...) Tus muertos y los míos valen lo mismo". Yo lo veo tan claro que me parece increíble que aún haya gente que no lo entienda.

Ufffff, ¡hay tantas cosas interesantes en el libro! Hay un personaje curioso, Benjamin Wilson, que cae bien unas veces y otras parece mala persona... Pero dice cosas interesantes y una de ellas me parece que deberíamos tenerla todos en la cabecera de la cama: "Por eso le estoy aconsejando que antes de hablar evalúe lo que le están diciendo y, en caso de duda, guarde silencio". Cuánto ganaríamos si todos hiciéramos caso de este consejito.

No he hablado de Farida, que es otro personaje muy particular, con un pasado abrumador y un espíritu indómito y luchador. Y su filosofía de vida es muy interesante: "La muerte es una condena que no merecemos pero que todos sabemos inevitable, por tanto es una batalla que nunca vamos ganar. Podemos salir airosos de alguna escaramuza, pero el resultado de la contienda está escrito de antemano". Muy cierto, pero duro de asumir.

Ya cierro, ya... Sé que no he contado nada de lo que pasa pero es muy sorprendente y no quiero contarlo. Pero el libro hay que leerlo. Se lee rapidísimo, hace reír, hace pensar, y está escrito maravillosamente bien.

Cierro con un pensamiento que creo que es una gran verdad: "...no solo es necesario hacer las cosas bien.hace falta suerte"

¿Hacia dónde se dirigen los coches en la noche? (Alfonso Aldin)

También es mala suerte: salgo de un libro que no me convence (y me da mucha pena porque la autora me suele gustar mucho) y entro en otro que me ha gustado incluso menos...

Este se me ha hecho muy largo y muy pesado y no he conseguido enterarme de mucho: me he perdido con la trama y no he llegado a saber qué quería transmitirnos el autor.

Nuestros protas principales son dos policías del Departamento de Investigación Criminal de Baton Rouge (Louisiana). Son Charles Dewey y Damien Waters, mucho más novato este último. Damien es un hombre curioso, y su pasado le va a perseguir durante toda la novela. "Nunca se dio cuenta de cuándo comenzó a volverse un obsesivo del orden, y ese es el problema de la mayoría de los trastornos: no darse cuenta a tiempo". Es una de las cosas que me hace pensar: cómo darse cuenta de que alguien (o uno mismo) sufre un trastorno, sea el que sea... cuándo se traspasa la fina línea que separa ser "rarito" de estar enfermo...

Como no he sido capaz de centrarme mucho en el libro, me cuesta entresacar cosas especiales, pero sí hay algo que me ha llamado la atención y me ha hecho sonreír un poquillo: "No creo que sean felices. Los hijos de puta tienen problemas para sentir alguna emoción, y eso les obliga a buscar emociones fuertes, aunque sea a costa de otros. Supongo que la vida longeva es más un castigo que una bendición para los hijos de puta".

Por otra parte, a Damien le apasiona la lectura y uno de los libros de los que habla y que le ha marcado es El gran Gastby. Yo creo que lo leí hace años y supongo que debía de ser muy jovencita porque no me marcó especialmente (tendré que volver a leerlo a ver qué me parece ahora). Así que voy a cerrar con una frase de este libro que creo que sí nos debe de hacer reflexionar un poquito.

"Cada vez que te sientas inclinado a criticar a alguien, ten presente que no todo el mundo ha tenido tus ventajas"

Una jaula de oro. La venganza de una mujer es bella y brutal (Camila Läckberg)

En general, soy muy aficionada a las novelas de Camila Läckberg. Pero esta, no sé, no es que me haya disgustado del todo, pero tampoco puedo decir que me haya gustado mucho...

Y, desde luego, no puedo estar de acuerdo con una de las críticas que aparecen en el propio libro: "Una novela de suspense psicológico, sexy y con un protagonista fascinante y ambigua".

Quizá es porque no he conseguido que la protagonista me guste del todo. No creo que el fin justifique los medios (casi en ningún caso) y hace algunas cosas que me separan mucho de su forma de pensar y de ver la vida-

Partiendo de eso, es cierto que la muchacha, Faye, (o Matilda, que es su primer nombre) no lo ha tenido nada fácil: su padre en la cárcel por maltratar a la familia, el hermano, muerto (colgado de un cinturón en un armario cuando ella tenía 15 años), sin dinero... y luego se casa con un hombre que es un imbécil, con dinero, sí, pero imbécil.

Y, cuando empieza el libro, leemos: "... tu exmarido ha matado a vuestra hija"... La cosa no mejora en absoluto.

Y ella es una chica lista... yo creo que no supo elegir a la gente, por miedo a que la dejaran sola de nuevo... o algo así, que yo de psicología entiendo lo justito (o un poco menos...). De hecho, su amiga Chris Nydahl, que sí me cae muy bien, lo dice en un momento de la novela: "Tú eres una de las personas más inteligentes que he conocido en mi vida y eso que conmigo me relaciono todos los días".

Pero no he conseguido empatizar con ella, ni con su forma de actuar y enfrentarse a las situaciones, así que, he leído la novela pero no me ha aportado demasiado.

Sí que voy a dejar una reflexión que nos debería hacer perder unos minutillos algunas veces: "Las mujeres son receptivas, quitan hierro, llevan la responsabilidad de todas las relaciones, se tragan el orgullo y se destruyen hasta casi extinguirse."

sábado, 12 de octubre de 2019

Cómo no ser una drama mamá (Amaya Ascunce)

Voy muy mal, pero voy... No me da tiempo a nada, así que llevo muchísimo retraso con las reseñas, pero avanzamos poco a poco...

Este libro lo he elegido porque mi amiga Estel me recomendó a la autora. Ella la había escuchado en la radio y descubrí que tenía un blog que había sido el que había generado el libro.

Me lo he pasado muy bien, la verdad. Ella ha ido escribiendo reseñas de las cositas que tienen las drama mamás (o de las mamás, simplemente) y además, incluye comentario de las personas que lo leen. Y es cierto que una se siente muy identificada... y no solo como hija, también como madre.

He de decir, que mi madre no es una drama mamá y yo creo que tampoco lo soy, pero hay muchas de las cosas que aparecen en el libro que han formado parte de mi infancia.

Una de las cosas que me ha hecho sonreír es eso de: "Dejad de pensar eso de 'Yo nunca seré como mi madre'". Hay que asumir que cuando seas madre, serás como la tuya, sí o sí... Y a tus hijos les dirás las cosas que siempre te prometiste que no les dirías. Y lo sé por experiencia personal: muchas veces me escucho y me entra la risa floja porque parece que estoy oyendo a mi madre. Por supuesto, la frase estrella es "Porque lo digo yo y punto". Que nadie piense que va a ponerse a razonar con adolescentes durante horas porque no va a ser así. Después de varias respuestas insoportables, sale a relucir la frasecita de marras y se acaba la tontería.

Otra cosa con la que me identifico plenamente: "Mi vida está llena de por-si-acasos. En mi bolso suelo llevar unos cinco o seis". Mi bolso es así, llevo agua oxigenada, unos guantes de látex, un mechero (jamás he fumado),... Eso sí, hace poco me pidió una compañera un metro y de eso no tenía... un disgusto muy grande.

Hay varias cosas que han marcado una generación: la frase "Tómate el zumo que se le van las vitaminas" que yo veo un vaso más de 1 minuto y me dan sudores; y eso de "hay que guardar dos horas de digestión antes de meterse en el agua", que nos hacía levantarnos tempranísimo para poder meternos en el agua en cuanto llegábamos a la playa.

La autora reconoce, como yo, que las madres tienen un lenguaje especial que solo entendemos los hijos: "Trae aquello que está allí, al lado de lo otro" y tú vas... y se lo das. Lo he dicho toda la vida, eso solo lo consigue una madre.

Si mi hermana leyera el libro, seguro que echaría unas risas con el capítulo de la crema Andina... ¡qué recuerdos!

Uy, me ha hecho mucha ilusión leer que en su segundo campamento, con 10 años, tenía el número 112... Yo tuve ese número en mi primer campamento, con 8 años, en Miraflores. Toda la ropa llevaba el dichoso numerito... ¡qué recuerdos!

Un buen consejo: "Jamás hay que hacer caso a una madre cuando te dice 'Haz lo que quieras'"... Y eso de "...te cuento hasta 3... que todavía no hay un niño vivo que haya oído decir a su madre 'tres'"

Cierro ya. De verdad que es muy agradable de leer, yo lo he pasado muy bien y cierro con un pensamiento de la autora que me parece muy recomendable :"No hay nada en la vida de lo que no te debas reír, ni siquiera de tu madre".