jueves, 18 de agosto de 2016

Grandes polvos de la historia (José Ignacio de Arana)

Vamos a ver cómo se me da esta primera reseña en la que voy a utilizar un poco la mano derecha. Estoy con agujetas de la rehabilitación pero hay que reconocer que le estoy perdiendo un poco el miedo y me he atrevido a teclear...

Elegí este libro porque necesitaba algo ligerito y entretenido y me pareció que podía ser la solución.

La realidad es que no era lo que yo creía: es mucho mejor. Me ha gustado muchísimo. Es un paseo por la sexualidad en la historia, con personajes reales y sus aventuras. Sencillamente estupendo.

Además de pasármelo genial, he aprendido muchísimas cosas muy interesantes. Entre otras, que Francisco de Borja, marqués de Laubay, estaba platónicamente enamorado de la emperatriz Isabel. El pobre, como era el Notario Real, tuvo que abrir el ataúd para dar fe de que había fallecido. Dijo entonces "Nunca más servir a señor que se pueda morir" y fue cuando entró en la Compañía de Jesús.

También me he enterado que en Inglaterra la partícula "Fitz" que acompaña al apellido real, denota que el que lo portaba era bastardo. Aun así, era motivo de orgullo...

Otra cosa curiosa es que, al parecer, la operación de estética más solicitada por las japonesas es la del ombligo. Por lo visto, ellas lo tienen más redondo y lo quieren un poco más alargado como las occidentales.

Vale, otra cosa que he leído, y que no es nueva son los días que necesitaba el Tenorio con las mujeres. No me resisto a repetirlo... : "Uno para enamorarlas, otro para conseguirlas, otro para abandonarlas, dos para sustituirlas y una hora para olvidarlas". Cierto, es machista y preponente pero me encanta.

Voy cerrando ya sin dejar de recomendar el libro. Se lee de maravilla, se aprenden muchas cosas de la historia y se pasa un rato muy, pero que muy agradablae.

Y acabo con una reflexión que todos deberíamos interiorizar para recordar en momentos concretos: "La indiscreción es un defecto vicioso del que adolecen muchas personas situadas en posiciones en las que la prudencia para callar lo visto u oído es absolutamente exigible."

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