sábado, 24 de octubre de 2020

La voz de los retratos (Aurora Villalba Navarro)

 Como tantas otras veces, he elegido la novela por el título. Es así, no lo puedo evitar.

Y me ha gustado bastante. Pero tengo que decir que me gusta más la primera parte que la segunda. Al final creo que se va embrollando y se complica demasiado. No me refiero a la trama, me refiero más a la propia autora. Como siempre, es una opinión personal, por supuesto, que podría haber sido diferente de haber leído la novela en otro momento.

Nuestra protagonista es Lucía Romagosa y la novela nos narra su relación con la familia Doria. Una relación de toda una vida, que comienza cuando Lucía tiene que repetir 8º EGB por haber estado enferma y le asignan a Emma Doria para la integración en el nuevo curso.

Hay que decir que el hermano de Lucía se llama Rómulo... eso seguro que tiene que marcar tu vida. Lo dejo ahí, sin más comentario.

Después de una relación muy estrecha con la familia Doria durante unos años, Lucía y Emma se distancian por diferentes razones. Pero la vida vuelve a unirlas (bueno, vuelve a unir a Lucía con los Doria) cuando Alejandra, la hermana mayor de Emma se casa e invita a Lucía a la boda.

Lucía trabaja como diseñadora de interiores y me ha encantado un comentario que le hace a Alejandra cuando la ayuda en su nueva casa: "En todas las casas hay algún obeto espantoso que a uno le regalan y no tienen más remedio que exhibir. En el estudio les llamamos «pongos»: «Dios mío, ¿dónde lo pongo?»". Es absolutamente cierto. Y para solucionarlo, las mudanzas hacen maravillas, a no ser que sean piezas de colección (lo que no es mi caso).

La familia Doria es muy especial, la verdad y cada uno de ellos es un personaje interesante. Me gusta mucho Valeria, la madre. Es una mujer mundana, pero muy reflexiva, que lleva mucho sobre sus hombros aunque no lo parece y que realmente sostiene a la familia.

Carlos, el padre, también es para tenerlo en cuenta. Yo no he llegado a conseguir que me cayera del todo bien, sin saber exactamente por qué, puesto que es un hombre encantador... Y dice cosas que se pueden tener muy en cuenta: "La vida era muy corta para andar con malas caras. Y, por favor, debía entender que a veces es preciso tomar decisiones que no nos gustaban".

Emma es peculiar, un poco niña mimada que tiene que experimentar todo en la vida y que quiere destacar como sea del resto de su familia. Y Gonzalo es un "chulo-piscinas", guaperas y con dinero, que  trea  las niñas de calle... no digo más. (No sé si ha quedado claro que no me gusta).

Otro personaje impresentable es Eduardo, el marido de Alejandra: "Alejandra pensaba que los celos eran una prueba de amor. Se mentía. El amor era generoso y los celos no suponían más que una manifestación de egoísmo". Los celos de Eduardo, claro...

Hay algunas reflexiones que nos pueden servir a cada uno de nosotros. Una de ellas me parece muy inportante: "Lo peor de no subsanar los errores a tiempo es que un error te lleva a otro y a otro y a otro peor hasta que tu vida se convierte en un error". Es como cuando dejas algo sin decir a alguien (alquien que te importa, claro): la relación empieza a girar en torno a ese vacío que ha quedado y se empieza a desmoronar.

Claro, no puedo dejar de reseñar una gran verdad: "Los bancos te ofrecen paraguas cuando hace sol y te los quitan cuando llueve". Sé que la reseña no tiene nada que ver con los bancos pero es que es verdad y hay que decirlo.

Es una novela que se lee bien y que refleja bien las relaciones interpersonales de una familia. Se puede recomendar aunque, de verdad, la última parte se me hizo un poco complicada.

Cierro con una reflexión que creo que merece la pena: "Suena simple, pero en cuestión de emociones no existen certezas, ni buenos o malos, solamente intuiciones".

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