domingo, 4 de octubre de 2020

Con el agua al cuello (Donna Leon)

Siempre que veo algo de Donna Leon que no he leído, me lo apropio... Me encanta... Lo paso realmente bien con Guido Brunetti...

Yo no conocía a Donna Leon hasta hace 9 años. Ese año me quedé sin trabajo y coincidía muchos días con una vecina de mi bloque que llevaba a sus nietos al mismo colegio al que iban mis hijos. Charlábamos de camino al cole y nos daba tiempo a charlar de muchas cosas. Y me contó que le habían reglado un libro electrónico con algún libro de Donna Leon, que le encantaba... y me surgió la curiosidad... hasta ahora.

Siempre que leo algo de esta autora me acuerdo de mi vecina. Ahora la veo muy poco, ella sale menos y la vida no la ha tratado muy bien, pero le tengo muchísimo cariño.

Bueno, que me entretengo... Una nueva entrega de Guido Brunetti y Claudia Griffoni. En este caso hay una mezcla de varios temas interesantes...

Por un lado, la historia comienza con Benedetta Toso, que está muy enferma, en su lecho de muerte y quiere hablar con Brunetti porque está convencida de que han asesinado a su marido. Aparentemente, había sido un accidente pero ella cree que no... ¿será verdad?

Todo eso nos va a llevar a enfrentarnos a la situación en la que la enfermedad tiene un coste económico tan elevado que no se puede mantener con un salario normal... sobre todo con 2 hijas de 12 y 14 años. Y, por otro lado, nos vamos a encontrar con la ética del medio ambiente... ¿vale todo? ¿si no se detecta que no cumples las normas no pasa nada?...

Es una novela muy interesante, de la que no puedo descubrir nada más, claro, como me pasa casi siempre, pero que merece la pena leer.

Nos encontramos con los personajes habituales, el vicequestore Giuseppe Patta, Claudia Griffoni y mi favorita, Elettra Zorzi, "la secretaria del vicequestore y eminencia gris de la questura". Según el propio Guido "La discreción era un hábito que llevaba soldado a los huesos".

Me ha llamado la atención la dottoresa Ricciardi, la responsable de RR.HH. de la empresa en la que trabajada el marido de Benedetta. He de decir que no me ha caído nada bien pero es que, además: "Estaba orgullosa de su uso del lenguaje complicado con el que el mundo de los negocios enmascaraba la realidad del comportamiento humano". Es algo tan rastrero... no lo soporto... enmascarar cualquier cosa en un lenguaje técnico que no permita que los profanos puedan entenderlo, me saca de quicio.

Ah. hay además otro problema en Venecia durante el tiempo en el que Brunetti tiene que enfrentarse a este caso: unas carteristas... Y me ha hecho gracia que dicen que "... los carteristas son como las frambuesas: da igual cuántas cojas, porque al día siguiente la mata está igual de llena"

Poco más, que me entretengo mucho... Aparte de la trama, que es muy buena, siempre me gusta ver cómo Brunetti lleva una vida familiar más o menos normal y piensan cosas como que "...haría falta pan para mojar en el aceite de oliva", que son cosas en las que pensamos las familias normales (eso sí, mediterráneas) en nuestro día a día.

Cierro con una frase de San Agustín: "Señor, hazme puro, pero no todavía".

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