sábado, 17 de octubre de 2020

El negociado del yin y el yang (Eduardo Mendoza)

 Vamos a por la segunda entrega de la trilogía, después de El rey recibe. Como voy sobre seguro, me ha gustado mucho. Eduardo Mendoza me parece un escritor fabuloso y la primera parte de la trilogía ya me había parecido estupenda.

Nos encontramos en 1975, con Franco a punto de fallecer. "Estábamos despidiendo una época sin duda nefasta, pero en definitva, nuestra"

Nuestro protagonista, Rufo Batalla ya planea su regreso a Barcelona, pero recibe una "propuesta de Tadeusz Maria Clementij Tukuulo relacionada con su disparatado plan de reconquista del trono de Livonia, un país hoy inexistente". La propuesta es una misión un poco incierta en Oriente.

Y ahí empieza la historia. 

En cuanto a Rufo, "su formalidad e insatisfacción son el contrapunto perfecto del formidable príncipe Tukuulo"

Antes de marcharse de Nueva York, Anamari, la hermana de Rufo le pide que reciba a una amiga, Araceli de Castro que viaja con su tía. La tía es una verdadera sorpresa, es la abadesa de las clarisas del Real Monasterio de Santa Clara en Tordesillas. Van a pasar tan solo un par de días con Rufo pero la abadesa seguirá apareciendo a lo largo de la novela.

A lo largo de la novela Rufo va a viajar de un lado para otro, nos va a dar a conocer mejor a su familia, y su forma de ver la vida y vamos a conocer a otros personajes nuevos que son muy interesantes.

Me ha gustado lo que cuenta de las mudanzas cuando Rufo va a marcharse: "Una mudanza siempre desmoraliza a quien la hace, porque con el paso del tiempo hasta el asceta más estricto acumula gran cantidad de cachivaches". Y es muy cierto. José María Reina, el auditor que hacía habitualmente las auditorías de calidad en la empresa en la que yo trabajaba solía decir que "tres auditorías equivalen a una mudanza y tres mudanzas, a un incendio". Yo recuerdo con horror la mudanza que hicimos ya hace más de 13 años... ufffffffff.... pero no es menos cierto que siempre da mucha pena deshacerse de muchas cosas aunque uno sepa que ya no las necesita.

A lo largo de los viajes de Rufo, se encuentra con unos españoles en Tailandia que le dicen: "Si Dios no le hubiera echado del paraíso, Adán lo habría convertido en un burdel".

En fin, que es todo tan esperpéntico que no se puede contar por encima en condiciones. O uno lo lee, o no se puede resumir sin desvelar lo que no se quiere.

Así que lo dejamos aquí recomendando que se lea sí o sí. Es una de estas novelas para recomendar. Eso sí, es mejor haber leído primero la primera parte de la trilogía. Y nos toca esperar a que el autor termine la tercera parte.

Y cerramos con una reflexión interesante, que debería calar en mucha gente: "La mitad de la inteligencia es entender, la otra mitad, hacerse entender"

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