domingo, 11 de noviembre de 2018

Los lunes en el Ritz (Nerea Riesco)

Sonaba bien el título, así que, con mi habitual criterio, decidí leerlo... Y me ha gustado. Está muy bien.

Es de estos libros que relatan muchas historias paralelas, de las que se pueden sacar muchas enseñanzas, tanto de culturilla general como para crecer un poco interiormente, si se me permite la chulería.

Entramos en la historia en 1929, cuando nuestra principal prota, Martina Romero, puede asistir por primera vez a un baile en el Ritz y conoce a Bosco.

Ya nos hemos situado en el tiempo y en el espacio. Ahora contaré que Martina es la hija del director del Ritz, don Paco, y de Eveline, una mujer dulce, tranquila, cariñosa,... También tiene un hermano, Fran, que va dando unos poco bandazos a través de la historia.

Lo curioso es que cada uno de los personajes tiene su propia historia... Francisco Romero, don Paco para los amigos "era tímido, temperamental e hincha del Real Madrid". Y estaba convencido de que "...un director de hotel debía regirse por los mismos cánones que un diplomático: pensar dos veces antes de hablar, para finalmente no decir nada". Una cosa que me ha llamado la atención es lo que le contaba siempre a Martina: "Mi padre siempre dijo que fue su madre la que desenvolvió la baraja, mezcló y repartió las cartas de su destino, pero que él fue el encargado de jugar la mano". Si uno lo piensa un poco, es una gran verdad.

No me quiero entretener tanto en cada personaje, la verdad, porque me alargaría muchísimo, pero es que don Paco me ha llamado mucho la atención.

Martina era sinestésica: asociaba colores con sonidos. Y era una auténtica artista. Así que la mandaron a estudiar a París, para separarla de Bosco, con razón más real y para que mejorara su técnica, como razón "oficial". "La sinestesia era considerada entre sus maestros franceses como un don del que gozaban artistas tan prodigiosos como Vasili Kandinski, que era capaz de plasmar en sus obras pictóricas las notas musicales que oía en su cabeza".

Mención especial para la Asociación de Damas de la Caridad de San Vicente de Paúl, formada por Eveline y sus amigas Piluca y Talita. Esta última es marquesa y la primera había sido actriz 15 años atrás y era conocida como la bella Piluca. La cosa es que estas tres mujeres, junto con Martina, tomaba en té y ayudaban a toda la gente que las necesitaba. Eso sí, un poco clandestinamente, porque estaban en un nivel de la sociedad en el que no podían darlo a conocer...

Contaban con la ayuda del padre Eugenio que es, sin duda, el mejor personaje de la novela. Un hombre entregado a los demás al 200%. La mayoría de las cosas que dice son para enmarcarlas y leerlas todos los días: "El cristianismo es apolítico. Son los hombres los que se empeñan en llevárselo a su terreno. Él dejó bien claro que Su reino no era de este mundo. No dejéis que os arrebaten la fe. La fe es la fuente de la realidad porque en la vida, creer es crear. Hasta los ateos necesitan a Dios para poder negarlo".

Dada la fecha en la que se inicia la historia, es evidente que vamos a pasar por la Guerra Civil... Y todo lo que eso conlleva y la cantidad de gente que necesita de los demás en momentos como ese... De acuerdo con el padre Eugenio: "La guerra es una derrota de la humanidad. Una escabechina entre gentes que no se conocen para provecho de unos pocos que sí se conocen pero que no tienen el valor de enfrentarse cara a cara".

No me alargo más... Es una novela muy agradable, muy entretenida y creo que no dejará indiferente a nadie.

Cierro con otra reflexión del padre Eugenio que se hace realidad todos los días en las noticias: "La política es el arte de servirse de los hombres haciéndoles creer que se está a su serivicio".

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