jueves, 1 de noviembre de 2018

La novia gitana (Carmen Mola)

Compramos el libro el La Feria del Libro, cuando aún no había oído hablar de él. Y lo fui dejando para leerlo con calma en las vacaciones (los libros en papel me gustan mucho más que en formato electrónico, pero pesan mucho más y voy caminando a trabajar todos los días...). Cuando iba a leerlo, se me adelantó mi marido (vale, sí, él fue quien quiso comprarlo...) y tuve que esperar un poco más todavía.

Pero mereció la pena: me ha gustado mucho. Merece la pena leerlo. Es una novela de intriga de las que dejan poso cuando se cierra el libro. He leído en una crítica que "tiene una estructura sólida". Si se me hubiera ocurrido a mí, estaría estupendo. Pero no tengo tanta capacidad: a mí me parece que no cojea y que está muy bien hilada.

Me he enterado después que Carmen Mola es el pseudónimo tras el que se "esconde" el/la verdadero/a autor/a... Pues me parece muy bien... sea quien sea, mi más sincera enhorabuena.

Y, además, me quedo muy contenta porque estoy segura de que va a haber más entregas de la inspectora Elena Blanco... Mucho me sorprendería que no las hubiera: y yo las leeré, por supuesto.

Tras tanto preámbulo, voy a contar que nos encontramos con Susana Macaya muerta... ¡otro asesinato! Lo curioso es que está a punto de casarse. ¿Por qué es curioso? Porque su hermana Lara también fue asesinada cuando estaba celebrando su despedida de soltera. Y las dos mueren de una forma muy macabra: "Dos hermanas muertas a punto de casarse con la cabeza llena de gusanos".

Lo cierto es que es desagradable porque a las dos les introducen gusanos en la cabeza, larvas de Cochliomyia hominivorax (¡olé!) que son muy vorace y se alimentan de tejidos vivos. No es que sea muy enternecedor, la verdad, pero como dice Buendía, el forense: "Si no quieres ver guarradas, dedícate a la decoración de interiores; eres policía, recogemos la mierda de la sociedad".

Antes de seguir tengo que decir que Susana me ha caído muy bien desde que he leído: "Todo el mundo encuentra ridículo que Susana escriba los wasaps siguiendo fielmente las instrucciones de la Real Academia, sin faltas, sin abreviaturas, respetando los signos de puntuación". Esta es de las mías, de las que ponen en los mensajes los signos de apertura de exclamación e interrogación... Somos la resistencia...

Vamos a conocer a la BAC, Brigada de Análisis de Casos, cuya jefa es la inspectora Elena Blanco y los miembros son Orduño, que viene de los Geos; Chesca, que era agente de la Brigada de Homicidios y Desaparecidos; Buendía, el forense; y Mariajo, la experta en informática, muy curioso porque está fuera del cliché de informático, al ser una mujer de más de 60 años.

La BAC son un "departamento especial del cuerpo que e encarga de investigaciones que se tuercen, unas veces por incompetencia e los policías que las llevan, o porque se sospecha que haya interesas personales de los agentes; otras, simplemente porque se han ido embarullando de tal manera que es difícil deshacer los nudos". Y este caso se lo dan a ellos y van a contar también con el subinspector Ángel Zárate, a quien le habría correspondido el caso si no hubiera nacido ya tan complicado.

Vamos a ver cómo irrumpe en la escena la comunidad gitana ya que las chiquillas son medio gitanas (padre) y medio payas (madre). Por cierto, Sonia y Moisés, esos padres... ¿qué pensarán? Es lo primero que se me vino a mí a la mente. Luego nos cuentan lo que piensa Sara en un momento dado: "Se pregunta hasta dónde llega la responsabilidad de una madre, en qué momentos hay que dejar a los hijos volar solos, sin la mirada vigilante y la tutela obsesiva". Y ahí estoy yo, otra vez, pensando en mis dos adolescentes a los que yo veo como dos bebés aunque ya tengan 19 y 17 años... Siempre se me van los ojos a estas frases...

La trama se va complicando y se mezcla con la vida personal de la inspectora, cómo no. Pero está muy bien entrelazado, la verdad. Y aparecen luego religiones olvidadas y ritos oscuros... Todo muy impactante. Hace que estés deseando llegar al final pero quejándote a la vez de que se termine...

No me alargo más. Cierro esta vez con un pensamiento de Juanito, el camarero rumano del bar al que va de vez en cuando la inspectora a comerse un bocata: "Retrasar las cosas es mantener los nervios dentro del estómago más tiempo del necesario"

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