viernes, 23 de noviembre de 2018

Lo último que verán tus ojos (Isabel San Sebastián)

Lo cierto es que siempre me ha gustado lo que he leído de la autora, así que pensé que era una buena opción. Como siempre, sin saber nada de la trama de la novela (si no, no sería yo...)

Pero al empezar, casi me arrepentí... Me encontraba con una novela de judíos y nazis. No es que sea nada malo, para nada, pero es un tema tan manido que no me convence demasiado...

Y me equivoqué. La novela está muy bien y me ha gustado mucho. No es una novela al uso de las que tratan (de mejor o peor manera) el Holocausto. Es muy entretenida y se aprende muchísimo. Todo el tema está tratado con bastante delicadeza y, además, tiene momentos divertidos.

En realidad, el protagonista de la novela es un cuadro de el Greco que aparece en una subasta como caído del cielo ya que nadie había oído nunca hablar de él. Bueno, nadie, no: los lectores sabemos de dónde viene porque aparece al principio de la novela en casa de Judah Sofer, un abogado judío que va a ser llevado a un campo de concentración esa misma noche.

Esa noche, el 25 de noviembre de 1944 sería la última que verían sus ojos.

En el cuadro se representa Toledoth: "La ciudad sagrada de las diez sinagogas, de acuerdo con la tradición hebrea previa al segundo éxodo"-

Aparece entonces Philip Smith, un taxista de Brooklyn. Se presenta en el hotel en el que se aloja Carolina Valdés. Ella es "la primera autoridad mundial en el pintor renacentista Doménikos Theotokópulos, más conocido como el Greco". Philip tiene una foto de su abuelo en su salón con el cuadro al fondo y está convencido que el cuadro le pertenece y que debió de ser robado por algún dirigente nazi en Budapest, donde vivía su familia.

En un principio, no parece sencillo de creer pero Carolina se convence enseguida de que Philip lleva razón. Eso sí, no va a ser sencillo de demostrar. Hay mucho dinero en juego y se trata de una época en la que las transacciones no quedaban documentadas... Ni mucho menos.

La búsqueda de pruebas de la propiedad les van a llevar a Hungría y, posteriormente a España.

Vamos a conocer a un hombre, Ángel Sanz Briz. "Todo el mundo en Budapest sabía que el diplomático español era, junto a sus colegas de Suiza, Suecia y la Santa Sede, un activo defensor de los hebreos perseguidos". Yo no le conocía, pero al parecer, se ha hecho una película con su vida y tiene una calle en Madrid. De hecho es una avenida, y tiene la parada de metro de Laguna. Y también tiene calle en Zaragoza (que he estado haciendo averiguaciones). Y se lo merece...

De hecho, le fue concedida la distinción Justo entre las Naciones, por el Estado de Israel en 1966 pero el gobierno entonces no le permitió ir a recogerla (el mismo gobierno que no quiso intervenir en sus operaciones, aun siendo "aliado" de la Alemania nazi...). Esta distinción es "concedida únicamente a las personas no judías que durante el Holocausto salvaron vidas humanas"-

Se aprende muchísimo de Toledo y de el Greco, que Carolina sabe mucho de eso y lo cuenta muy bien... Además, se lo tiene que explicar a Philip, con lo que lo aprendemos también los lectores. Así nos enteramos de que el Greco era muy orgulloso y se creía por encima de todos sus contemporáneos, incluso de Miguel Ángel... Y que no vendía sus cuadros, los dejaba en depósito para poder recuperarlos posteriormente si quería (y podía pagarlos de nuevo).

También aprendemos más de los judíos, de la secta jasídica, en particular, que es a la que pertenecía la madre de Philip. Una secta peculiar (como todas, claro) que marcó a Philip y que condicionó a su familia.

Y pasa un poquito por la Inquisición y sus cosas... Y cómo se quemaron muchos herejes en toda Europa pero parece que solo fue en España donde se cometieron barbaridades.

No puedo seguir mucho más, pero hay que leer la novela porque es muy, muy, muy interesante. Hay muchas cosas que ver y muchas reflexiones a tener en cuenta. El holocausto es un momento tan triste de la historia de la humanidad que cualquier cosa que se lea sobre el tema, da mucho que pensar.

Dejo aquí una reflexión entre muchas que se podrían usar como cierre: "El dogmatismo, el fanatismo, el racismo o la irracionalidad son mucho más dañinos que la codicia, del mismo modo que el amor, la felicidad, la lealtad o la verdadera belleza no se consiguen con dinero".

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