domingo, 16 de julio de 2017

Los días modernos (Cristina López Schlichting)

A la autora la conozco de su trabajo en la radio, los fines de semana en la COPE. Creo que es también contertulia en televisión pero eso ya es mucho para mí.

La verdad es que no me gusta demasiado, lo siento. El programa no es que esté mal... pero no es lo que más me gusta y, la verdad, lo escucho pocas veces.

Pero, la escuché en una entrevista hablando de este libro y me enganchó, Sé que es un año mayor que yo así que lo que fuera a contar sería muy similar a lo que viví yo en mi infancia y me apetecía ver cómo lo contaba.

Y me lo he pasado de maravilla. La autora decía que reflejaba lo que sucedía en España en los años 70, visto desde los ojos de una niña y que estaba contado con mucho humor. Y es así, me ha gustado mucho.

Me he sentido muy identificada con muchísimas cosas. Amelia Ruiz Santillana es alumna de 4º EGB en 1975 y era el número 31 de una clase de 42. Yo estaba entonces en 3º y era la número 44 de una clase de 46. Me ha traído muchos recuerdos y me he vuelto a sorprender del problema que hay ahora cuando en una clase son más de 25. ¡Ja! Tenían que haber dado con Madre Aureamaría, que era mi profe en 3º... Ella podía con 46 y con las que se le pusieran delante...

Han sido muchísimas sonrisas leyendo el libro, evocando recuerdos estupendos... Como Sepu... ¡madre mía! Había uno en la Gran Vía, pero yo tenía uno muy cerca de mi casa, en Quintana... ¡cuántas veces habremos comprado allí! ¡Y cuántas veces hemos quedado allí con las amigas para ir luego a algún sitio!

¡Y la Nancy! Habla la prota de los "nombres historiados que el fabricante daba a los trajes de noche de Nancy" Vaya que si eran historiados... Yo aún conservo mi Nancy y sus vestidos... "Esperando al príncipe"... ¡qué monísimo!... También habla del armario azul y blanco... Mi amiga Belén (a la que hace muchos años perdí la pista) lo tenía... ¡qué envidia! Menos mal que mi padre es un súper manitas con la madera y nos hizo uno igual que el  que vendían pero mejor acabado (por supuesto, era hecho a mano con todo el cariño). Lo pintó igual, le hizo los mismos cajones... hasta le puso las pegatinas recortándolas de las cajas de los vestidos... Por supuesto, el armario también lo conservo, faltaría más...

¿Y el festival de Eurovisión? Ella habla de la participación de Sergio y Estíbaliz en 1975... Pero siempre era súper emocionante... Con esas puntuaciones en inglés y en francés... Aquello de "guayominí", que tardé años en saber que era como se pronunciaba en francés Royaume Uni...Y cómo nos enfadábamos cuando no nos puntuaban bien los países que considerábamos "amigos"

Uf... Han sido mil cosas que me han hecho sonreír... "Bic naranja, bic cristal, dos escroituras a elegir, bic, bic, bic, bic bic" ¡Madre mía! Y el papel higiénico Elefante, y la Mano Negra y la palanca de cambios con estrellas de mar y conchas, y los sobres de correo aéreo con rayas rojas y azules y la pretecnología... ¡qué genial!

Eso sí, hay una cosa con la que no estoy de acuerdo: "Luis Eduardo Aute le puso "Al alba" a una de sus canciones más hermosas". Bueno, aquí me he enterado de por qué le puso ese título (la última pena de muerte de la dictadura). Muy loable, sí, pero de ahí a que sea una canción hermosa... En fin, no soporto a Aute ni a ningún otro "cansautor", así que no soy nada objetiva.

Por supuesto, ya que sitúa la novela en 1975. llega el momento de la muerte de Franco. Y yo lo recuerdo perfectamente. Se ha hablado mucho desde entonces pero estoy completamente de acuerdo con cómo lo plantea la autora: "Había miedo en las calles, el tipo de inseguridad que hay antes de una tormenta, cuando no sabes aún qué va a pasar". El español medio no sabía qué iba a pasar, no sabía siquiera cómo sentirse, fue una sensación muy extraña...

No me alargo más porque podría seguir y seguir... son los recuerdos de mi infancia... Cualquiera que haya nacido en los 60 debería leerlo sí o sí para disfrutarlo. Y los que no sean de esa época, también, para darse cuenta de lo bien que lo pásabamos con muchas menos cosas que ahora.

Termino con una reflexión de sor Inés, que me ha encantado: "Nada verdaderamente importante se elige. Ni el color del pelo de un hijo, ni el momento de enamorarse, ni la muerte, ni el momento de enamorarse, ni la muerte, ni siquiera se elige a Dios. Estas cosas se aceptan o se rechazan. Pero la libertad existe solo cuanto descubrimos que tienen una razón de ser, y que es una razón de ser buena."

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