sábado, 30 de agosto de 2014

Yo fui a E.G.B. (Jorge Díaz / Javier Ikaz)

Este libro tenía muchas ganas de leerlo: lo había oído anunciado en la radio mil veces, lo he visto en librerías otras mil y lo he regalado, pero yo aún no lo había leído.

Y me lo he pasado bomba, la verdad. Además, lo he leído en la playa y me estaba dando vergüenza que me vieran reírme...

Por supuesto, yo fui a E.G.B., y mi hermana, también. Mi hermano fue de los últimos (creo que en Madrid hubo uno o dos años más después de su promoción) pero ya se quedó un poco en el límite...

Al principio del libro hay una frase que me ha encantado: "No somos nostálgicos más que nada porque no hay nostalgias como las de antes"

Y, a partir de ahí, todo son recuerdos... los chinitos de la suerte, los chupetes de plástico... Todos tuvimos los famosos chupetitos, de todos los colores...

Y, por supuesto: "...los platos Duralex marrones, capaces de sobrevivir a un ataque nuclear (como las cucarachas)". De esto todos podemos dar fe, madre mía. En casa de mis padres aún quedan platos de esos, después de haber hecho mudanza. Son los mejores para todo: para batir los huevos, para poner los aperitivos... No se arañan, no se desportillan, no se rompen nunca... Por supuesto, mis suegros también tienen su cupo en su casa, y en el chalet de la sierra...Y yo no tengo... no sé por qué: porque la vajilla me la regaló mi mejor amiga cuando me casé y la eligió de Santa Clara porque yo estaba buscando de Duralex...

Aparecen la Nancy y la Lesly... ¡qué guay! Nosotras tuvimos (y tenemos) las dos. Las Nancys (porque tenía dos) eran mías y las Leslys, de mi hermana. Nos encantaba el armarito pero mi padre decía que era de muy mala calidad, así que se lo pidió prestado a una amiga que lo tenía y nos los hizo él (que es una máquina haciendo cosas con madera, la verdad). Quedaron de maravilla y ahí están, en mi trastero, dando gracias por haber tenido chicos y no chicas. Así no se lo he tenido que dejar porque la Nancy es mía y solo mía. Lo más importante es que estas dos muñecas eran "normales, como las niñas que jugaban con ellas": no eran como la Barbie, que parece que estaba siempre en la pasarela y era (y es) anoréxica.

El libro habla también de las series que veíamos y claro, tiene que citar esta frase: "En 1972, cuatro de los mejores hombres que formaban un comando..." y yo tuve que esbozar una sonrisa en cuanto lo leí... ¡genial!

Sigue contando las cosas que hacíamos: los cuadros de hilos... ¡madre mía! Yo no llegué a hacer ninguno pero mis padres aún tienen uno de mi hermana y hace poco estuvimos comentándolo. Lo cierto es que el suyo quedó muy bien. Y las figuras de escayola. De esas sí que hice, varias... De hecho dos veces le hice a mi madre una Virgen Niña de escayola para el día de madre y estoy orgullosísima, porque me quedaron de maravilla.

Y me ha gustado mucho un párrafo que tengo que reproducir aquí: "En nuestra infancia teníamos cientos de preguntas que quedaban sin respuesta (como cuál era el lado bueno del papel Elefante para limpiarse, el mate o el brillo)..."

Por otro lado, uno se da cuenta de que las cosas no han cambiado demasiado porque en el libro dicen que "...toda discusión acababa con un "porque lo digo yo"". A nosotros eso no nos gustaba nada de nada pero ahora que somos padres... ¿cómo acabamos las discusiones con nuestros hijos?... ¡Igual!

He disfrutado mucho con el libro, de verdad. Se lee muy rápido, de una sentada pero trae muchos recuerdos... Eso sí, lo leí dos días antes de mi cumpleaños y me hizo ser mucho más consciente de lo mayor que me estoy haciendo....

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