martes, 20 de diciembre de 2022

El camino del fuego (María Oruña)

 Soy una fiel seguidora de María Oruña y, por supuesto, este libro tampoco me ha decepcionado. Me ha encantado y lo he pasado fenomenal. Además, como siempre, es una maravilla leerlo, no solo por el fondo sino también por la forma y a mí eso me gusta mucho.

Hay una frase que me ha gustado: "Las cosas que más nos impresionan, con frecuencia, son aquellas sobre las que no albergábamos expectativas". Es una gran verdad: cuando no esperas mucho, siempre terminas más satisfecho.

También me ha hecho gracia eso de que "... en Escocia solo tienen dos estaciones: junio e invierno". De eso también pueden hablar en Irlanda, la verdad... Y en Ávila dicen que solo tienen dos estaciones: el invierno y la del tren... cositas simpáticas.

La novela nos vuelve a enfrentar a nuestros personajes favoritos: Oliver y Valentina. Pero esta vez están en Escocia... y es todo un poco diferente.

Arthur, el padre de Oliver, viudo, quiere recuperar el patrimonio de los Gordon y está rehabilitando el castillo de Hunting. De repente aparece un pequeño cuarto escondido en el que hay un manuscrito que podrían ser las memorias perdidas de Lord Byron... Pero luego hay un incendio en el castillo y aparece un cadáver... Y hasta ahí puedo leer...

Es muy entretenido, con personajes estupendos. Arthur es genial. Y Emily que dice: "...el tiempo...era un invento del Gobierno británico desde que a finales del XIX había obligado a todos a vivir según el reloj artificial de Greenwich, había privado a los escoceses de manejar su tiempo sin libertad de olvidarse de la medida exacta de cada uno de los minutos del mundo".

Desde la primera novela de esta serie me encanta el lema de los Gordon: BYDAND AVAND DARLY (Resiste y lucha. Hacia adelante). Y hay un pensamiento maravilloso de Arthur: "Que nuestra visa, si resulta breve, no sea de escasa consecuencia. Que, aunque sepamos que solo somos un suspiro en el viento, no permitamos que todos nuestros pasos se deshagan".

Merece muchísimo la pena, de verdad.

Cierro con una reflexión que me ha gustado mucho: "Cuando nada que amar queda en el mundo, nada hay tampoco que temer".

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