martes, 26 de septiembre de 2017

Un muerto en el puente Tolbiac (Carlos Poveda)

Otro de los libros que pedí a El Círculo de Lectores y que me he llevado a la playa. El libro en papel es más entrañable en la playa y en la piscina... Se mezclan los olores: el papel, el mar, el cloro... Ummmm creo que vuelvo a necesitar vacaciones...

En fin, no sé muy bien cómo enfrentarme a esta reseña porque el libro está bien pero... se me ha hecho largo. No sé si no lo he abierto en el momento correcto, puede ser, pero me ha resultado un poco complicado. Se entrelazan varias historias que, en honor al autor, están muy bien organizadas. Pero ha habido algún momento en que ya no sabía por dónde íbamos, ni el comisario Clouet, ni yo.

Porque el prota es el comisario y es ideal: sensato, diplomático, sensible cuando tiene que serlo, y muy estricto cuando es necesario. Padre muy familiar, casado con una mujer maja y también muy serena que se enfrenta a muchos fantasmas (o fantasmitas) tanto personales como profesionales.

Me ha encantado porque el libro empieza un 22 de agosto... ¡mi cumple! Vale, en 1911, sí un poco antes de nacer yo, solo 55 años antes pero, no deja de ser un día importante. Vaya, me acabo de enterar que también nació el 22 de agosto Agustín Pichot, el rugbier argentino vice presidente de la World Rugby (que me cae de maravilla y me encanta). Y también he averiguado que el mismo día (el mismo, el mismo) que yo nació Rob Witschge, que es un futbolista holandés, que me suena un poco pero que no debía ser de mis favoritos... (Me estoy liando...)

En definitiva, el 22 de agosto roban La Giconda de El Louvre, pero, además, aparece un muerto en el puente Tolbiac (muy bien, de ahí el título del libro). Y ahí se empieza a complicar todo. Nadie sabe si las dos cosas están relacionadas, si hay diplomáticos implicados, si hay problemas entre las diferentes "policías"... ¡Un lío! De verdad que la madeja no es sencilla de desentrañar...

Pero el libro se lee bien, eso es cierto, y tiene cosas interesantes, como por ejemplo, una reflexión de Eduardo Valfierno, un "sinvergüenza" de los varios que aparecen (pero este con mucha clase): "Los modales no se pueden falsificar - pontificaba a veces en la tertulia del café - se tienen o no se tienen". Y en la misma línea, Clouet dice en otro momento: "El dinero no siempre refina". Y todos sabemos que muchas veces hay gente que piensa lo contrario.

Hay un personaje muy entrañable, Ulises, que me vuelve loca porque tiene memoria fotográfica, una cosa que me encantaría tener... (pero soy como un pez...) Es un cubano que ha sido adoptado por la "madrina" y ayuda a Clouet. Tiene chascarrillos muy divertidos y uno de ellos es "La suegra borracha y la cuba llena no puede ser". Me parece simpatiquísimo.

Y otra reflexión que me ha hecho pensar es: "Más que poseer el cuadro, deseaban arrebatárselo a los demás con un ansia que les obcecaba: más que el trofeo en sí mismo, deseaban la humillación del enemigo, consideraban una cuestión personal ganar a sus adversarios..." Me parece muy representativo: cuántas veces vemos que se lucha no por un fina concreto sino por hacer que el "enemigo" no consiga el suyo. Y creo que es muy lamentable.

Voy a cerrar ya porque el libro es largo pero no me da para más. No sé si recomendarlo, porque no me ha disgustado y algunos personajes me han encantado. Pero no sé, no sé.

Y cierro con una frase de los bretones que sí me ha gustado mucho: "War lec'h an tre'h a denio al lano". Seguro que lo hemos entendido todos, por supuesto, pero lo voy a traducir por ocupar un poco más de sitio: "Cuando la marea está baja es cuando empieza a subir"

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