domingo, 24 de septiembre de 2017

El ladrón de café (Tom Hillenbrand)

Tenía este libro pendiente desde hace un tiempo y lo he dejado para el momento de ir a la playa. Yo soy así, no me gusta llevar el libro electrónico a la playa por si le gusta la arena tan poco como a mí...

Esta fue una elección por el título, como tantas otras, en el momento de hacer el pedido a El Círculo de Lectores. Como siempre voy al límite de tiempo, elijo lo que "me entra por el ojo" y este me pareció bien.

Y acerté, vaya si acerté...

Es una aventura fascinante que comienza en 21 de septiembre de 1683 en Londres y pasa por gran parte del mundo.

Sin desvelar nada puedo contar que nuestro protagonista Obediah Chalon termina en una cárcel de Ámsterdam por falsificar letras de cambio (que están empezando a circular por el mundo) y un personaje "misterioso", Piet Conradszoon de Grebber de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales le consigue la libertad. Por supuesto, no es gratis (alguien con ese nombre no puede dar nada gratis...).

La compañía Holandesa de las Indias Orientales es la organización comercial más importante del mundo: "De Heeren XVII. The Lords Seventeen. Le conseil des Dix-Sept. Aquel nombre tenía un soniodo casi místico en cualquier idioma. Los Diecisiete pertenecían al directorio de la Compañía y eran los hombres más poderosos de Holanda. Disponían de recursos prácticamente ilimitados, y dictaban el triunfo o el fracaso no solo de comerciantes y mercaderes, sino también de príncipes y reyes.".

Nuestro amigo Obediah tendrá que conseguir una planta de café robándosela a los turcos: "El principal punto de intercambio de café es el puerto de Moca. Se cultiva en algún lugar de las montañas que quedan justo detrás."

Es un periplo increíble. Tiene que utilizar sus contactos que, a su vez utilizan a los suyos. Y tiene que reclutar a unos cuantos colaboradores para poder llegar a su objetivo final.

Me parece interesante reseñar que Obediah es un "virtuoso": "Se trata de hombres que, para su propia edificación, coleccionan inventos y aparatos propios de los filósofos de la naturaleza y además leen sus tratados".

Como es de esperar, se aprende muchísimo sobre el café y tengo que incluir una cosa que me ha encantado: "Como bien sabéis los austriacos son un pueblo de naturaleza débil. Y los peores son los vieneses. El café les resulta muy amargo. (...) Y por esos suavizan su sabor - ¿Con miel, señor conde? - No con azúcar de caña, cosa de por sí abominable, pero es que además... ¡le ponen nata!" Madre mía, si esta criatura viera los cafés que tomamos ahora... Sobre todo el café americano con leche. Le daba un patatús.

Aparece mucha gente conocida, como Daniel Defoe, quien aparentemente fue el que acuñó el nombre de "proyecto" para las tareas de gran envergadura que debían dividirse en otras más pequeñas con el fin de conseguir llegar a una solución. "Por ello afirma que vivimos en una época en la que los grandes logros correrán a cargo de hombres inteligentes y previsores a los que denomina proyectistas".

Y nos encontramos con Huygens y sus planetas y sus cosas. Nos deja una perla muy curiosa: "La Biblia no dice que haya vida en otrosa mundos. Pero tampoco dice que no la haya. Además, monsieur, ¿por qué si no habría creado Dios otros planetas? Para poblarlos igualmente con el fruto de la creaación". Ojo que estamos en la época de Luis XIV...

Más cosas, más cosas... En esta aventura nos vamos a encontrar con textos codificados (me fascina) y resulta que, indirectamente se utiliza el sistema diádico de Gottfried Leibniz... ¡Viejo conocido nuestro!, parafraseando a mi profesor de Mecánica Teórica. "Es una nueva manera de anotar los números que no se basa en el diez y sus múltiplos, sino en secuencias binarias". Ahí estamos, el sistema binario, mira por dónde...

Pero, sin dejar el sistema binario, no puedo dejar de reseñar una cosa más: "... el 7 se escribe 111, por lo tanto, sin cero. Y solo cuando se escriben los ´números exclusivamente con 0 y 1 se reconoce la perfección del séptimo día, que es santo y que también es digno de nota por el hecho de que por su carácter, se relaciona con la Trinidad". Seguro que habré visto el 7 en binario unas cuantas veces en mi vida (pero unas cuantas, cuantas...) y jamás se me había ocurrido que pudiera representar a la Trinidad... Pero he de reconocer que está muy bien hilado, sí, Señor.

Como no quiero alargarme más, dejo unas cuantas anécdotas más que me habría hecho ilusión dejar aquí. Me queda recomendar el libro para todo aquel que quiera pasar un rato estupendo.

Y cierro con una cita de Oliver Cromwell que me parece curiosa: "Nadie llega tan lejos como quien no sabe dónde va"

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