domingo, 10 de septiembre de 2017

Ante todo, mucho karma (Laura Norton)

Esa soy yo... Leo la primera parte y no puedo dejar de leer la segunda.

En este caso, se hace bueno el dicho de "segundas partes nunca fueron buenas". ¡Qué le vamos a hacer!

La primera parte, "No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas" estuvo muy entretenida y lo pasé muy bien. Me quedó claro que no era la mejor literatura que había leído en mi vida pero estuvo divertida y recomendable.

En este caso, se me ha hecho muy, muy larga.

Los personajes son los mismos de la primera parte, Aarón, Sara, Lu, Arturo, Berta... ¡Ah! Y aparece uno nuevo, Guille, el chiquitín que tiene Aarón y Sara (esto destripa un poquillo pero no importa...)

Aparece también Roma Peratti, que es una diseñadora colaboradora con Sara en la película en la que ella se encarga del vestuario. La película debe de ser para nota (con lo poco que me gusta a mí el cine...): "...una historia alucinanda y alucinante sobre Carlos V adolescente, una película de corte fantástico entre el terror y lo histórico y cargada de sensualidad"

Me ha resultado un poco más de lo mismo pero, en la primera parte era una sorpresa y ahora ya no. Así que se me ha hecho un poco pesado y quería acabar el libro cuanto antes porque estaba segura de cuál iba a ser el final y no me estaba aportando mucho.

A lo mejor es mejor leer los dos libros seguidos... podría ser, aunque tengo mis dudas.

Lo que sí me ha gustado es una reflexión sobre el móvil: Antes de la era del teléfono móvil y de internet, si no localizabas a alguien llamando al fijo de su casa, pensabas que ya le darían el recado cuando llegara. Lo último que imaginabas era que estaba tirado en una cuneta". ¡Qué gran verdad! Ahora, sin o te localizan a la primera, parece que ya te han abducido los extraterrestres y vas a volver, si vuelve, con un transmisor interestelar que les dará pistas sobre nuestra civilización...

Y acabo ya, que no da para más. Pero acabo con algo que sí que es muy, pero que muy cierto: "Si la vida era evolución, cuando un hijo llegaba, la evolución se volvía revolución".

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