domingo, 4 de noviembre de 2012

Al servicio secreto de Su Majestad (Ian Fleming)

Otro de mis "sorbetes de limón al cava" es James Bond... ¡no lo puedo evitar!. Sólo hay que ver cómo es: "Nadie ponía en duda su talento fértil en recursos, su fortaleza física ni su condición de hombre duro e implacable".

Si a mí me dice: "Me llamo Bond, James Bond. Y, por favor, siga usted viviendo, al menos por esta noche", me derrito, sin duda ninguna.

Me han encantado muchas cosas, como siempre. Por un lado, su secre, Miss Mary Goodnight. Claro, estaba leyendo una traducción al castellano pero, en inglés, cuando le dice: "Good morning, Goodnight!" suena genial.

Y la impresión cuando conoce a Irma Bunt, la asistente del malo, malísimo: "Tuvo que hacer verdaderos esfuerzos para no confundir el trasero de la Fräulein con un balón de fútbol y no darle un formidable puntapié".

También he aprendido una cosa muy interesante, que creo que utilizaré alguna vez. Una manera muy bonita para decir que algo es alto secreto: Herkos odonton. Aparentemente, la traducción literal es "la valla de los dientes" y suena mucho más interesante que el manido "top secret" que usamos siempre.

Pero este libro ha sido un mega-sorpresón, de verdad. Todos sabemos qué se puede esperar de 007. Las historias son siempre del mismo estilo: él, estupendo; las chicas, divinísimas; el malo... más que malo y todo aderezado con mucha clase, mucha tecnología punta (para el época), muchos disparos y algunos besos apasionados. ["Me figuro que tu madre preferiría no saber lo que estás haciendo aquí esta noche"]

Cuál no habrá sido mi sorpresa cuando leo que Bond, James Bond, dice: "Tracy, te quiero. ¿Quieres casarte conmigo?". ¡Se me ha caído el libro! ¡Madre mía! ¡007 casado! ¡No me lo podía creer!

No sé si es que siempre he releído las mismas aventuras de Bond pero esto no lo sabía y no lo podía procesar... ¿Cómo podía pasar esto? "Estoy harto ya de las cosas vividas a medias y de los amoríos efímeros, que no le dejan a uno más que amargura interior e intranquilidad de conciencia". Vamos a ver, Sr. Fleming, ¿estamos hablando ud. y yo del mismo personaje?

¡Qué disgusto! Y yo tenía que acabarme el libro... y ver qué pasaba con el malo de ESPECTRA...

Y lo he acabado, con pena, eso sí, pero lo he acabado. Y no debería haberlo hecho porque lo he pasado fatal. No sólo se ha casado sino que, increíblemente, a Tracy la han matado... Pero... ¿cómo se le puede hacer eso a 007? Casi no podía seguir leyendo. Me quedaba sólo un párrafo y, cuando he acabado, me he quedado atontada mirando la página sin saber qué hacer... "Está descansando un rato. No tenemos ninguna prisa. Ya sabes - le susurró a Tracy al oído - Ya sabes... tenemos toda una eternidad por delante".

Es por estas cosas por las que nunca me cansaré de Bond.

No hay comentarios:

Publicar un comentario