domingo, 4 de agosto de 2019

Los lobos de Praga (Benjamin Black)

Una de las cosas buenas de ir a la Feria del Libro es que siempre hay alguna sorpresa que uno no esperaba. Una veces es un autor del que no he leído nada y otras veces es un librero que te recomienda algo que no ibas a comprar.

Y eso es lo que nos pasó con este libro. De acuerdo, el autor es uno de nuestros autores de cabecera (me atrevo a pronosticar que le darán el Nobel, si es que los jurados vuelven a la normalidad, que andan un poquillo descontrolados...), pero esta novela no la conocíamos.

Me ha gustado mucho. Benjamin Black escribe maravillosamente bien, es una delicia leerle. Además, el tema es muy interesante.

Se trata de un caso "policíaco" que se desarrolla entre 1599 y 1600 en Praga, en la corte del emperador Rodolfo, un hombre peculiar que se rodeaba de lo más florido de la cultura, Tycho Brahe y Joahnnes Kepler, por ejemplo.

Nuestro protagonista es Christian Stern, de 25 años, que llega a Praga desde la universidad y le consideran "la estrella enviada por Cristo" (por la cosa del apellido...). Y tiene que descubrir qué ha pasado con Magdalena, hija del Dr. Kroll, médico del emperador, cuyo cadáver se ha encontrado en la calle.

Ahí comienza una aventura muy interesante, no solo por la trama, que lo es, sino también por cómo describe la época, la sociedad de aquel momento... con el emperador "alquimista", sobrino de Felipe II. Hay personajes muy peculiares, además del propio emperador... Caterina Sardo, su amante más habitual y madre de sus hijos; Girolamo Malaspina, obispo y nuncio del Santo Padre ante el emperador; Jeppe Schenkel, el enano; Philippp Lang o Lang von Langelfels, listo y retorcido como él solo...

Me ha llamado mucho la atención Serafina, una de las sirvientes del obispo: "No tiene lengua. Su hermano se la cortó. Sí, su hermano. La había desflorado a la fuerza y pensó que así no podría delatarlo. Era un idiota..., olvidó que incluso una joven sin lengua puede señalar. Su padre lo ahorcó con sus propias manos..." Olé la situación... ¡madre mía!

He aprendido una cosa muy curiosa. Al parecer Tycho Brahe tenía un alce amaestrado. Una vez, yendo de viaje, se alojaron en un castillo y el alce subió a una planta alta en la que encontró un plato con cerveza. La criatura se lo bebió todo y se emborrachó, así que se cayó cuando bajaba y se partió el cuello. Pobre, de verdad... pero hay mil cosas curiosas... El alce subiendo las escaleras, por un lado; un plato con cerveza, por otro... (¿quién deja un plato con cerveza?); el alce bebiendo cerveza... (no veo yo que sea su alimento habitual...). La cosa es que, por lo visto, Tycho Brahe estuvo desconsolado bastante tiempo.

También me ha hecho pensar algo que dice nuestro prota: "Creía en Dios, más o menos - más, me avergüenza decir, en momentos de peligro o necesidad y menos cuando las cosas iban bien, no estaba en peligro y tenía dinero en el bolsillo". Me da la impresión que no solo le pasa esto a nuestro prota, ¿verdad?...

Ya he dicho que el emperador se rodeada de la flor y nata de la ciencia y la cultura. Pero sus químicos eran buenos, buenos, buenos... Analizan una sustancia y le dicen a Christian que contenía: "... arsénico blanco y rojo, raíz de díctamo, rana disecada, un pellizco de perla, un poco de coral y unos cuantos gramos de ámbar, todo machacado y mezclado con goma tragacanto y disuelto en un raro aceite. ¡Ah! y hay también un toque e menstruo femenino". Vaya, ni los chicos del C.S.I....

Voy a cerrar ya, recomendando que se lea el libro. De verdad que es muy interesante y se agradece leer algo tan bien escrito.

Y voy a dejar esta vez dos reflexiones del autor que creo que son dos grandes verdades:

"Pero la mayoría de las cosas en la vida se aprenden demasiado tarde y la sabiduría, si es que llega, llega a deshora"

"Cuando hay bandos, y siempre los hay, si no escoges, otros escogen por ti"


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