sábado, 10 de diciembre de 2016

Cuchillo de palo (César Pérez Gellida)

Vamos a por la segunda entrega de Refranes, canciones y rastros de sangre...

He de decir que, si la primera parte me gustó muchísimo, esta me ha enganchado desde el principio hasta el final. Y, cuando acabas, lo único que se te ocurre decir es, parafraseando al prota Ramiro Sancho... "¡Hay que joderse!"

Claro, ahora estoy esperando a que el autor termine la tercera parte pero... no es justo, no se debería tener que esperar...

Partamos de la base de que a mí me encanta la novela negra. Y esta lo es, y de las buenas... Si no, puede que fuera un poco difícil de leer... También hay que unirlo a que a mí me encantan las novelas que tiene que ver con sociedades secretas y este tipo de cosas... Y todo aderezado con unos personajes maravillosos y una escritura estupenda, solo nos puede llevar al éxito absoluto.

Desde el prólogo ya nos dicen: "No es Cuchillo de Palo una simple novela de buenos, malos y regulares. Va más allá. Hunde sus raíces en la lamentable condición humana que devasta a sus semejantes y florece en estas páginas que estás a punto de deshojar".

Ramiro Sancho es difícil de describir pero una termina sintiéndose uno con él. A mí me parece un personaje maravilloso, con sus cosas buenas y sus cosas no tan buenas pero siempre fiel a sí mismo y con unos valores morales muy interesantes. Vaya, que me encanta...

Además, sabe mucho de música y me ha llamado la atención "Los primeros acordes con los que despierta Otherside le hicieron recordar que estaba escuchando Red Hot Chille Peppers". No es que sea más o menos importante, es que mi hijo mayor toca la guitarra eléctrica en un grupillo y hace el solo del princpio en Otherside...

Creo que ya dije en la reseña de la primera parte de esta trilogía que también tenía mucho que ver con mi hijo pequeño, que juega al rugby... "Quizá esa fuera mi forma de reaccionar ante la derrota, aceptándola como cuando el equipo contrario te ha ganado en buena lid. Enhorabuena y al tercer tiempo".

También nos dice que Joseph Onazi "tenía un cuello de pilier tongano". ¡Me encanta! Hace muy poquito estuve viendo jugar a Tonga en el Central, con España y, por llegar tarde, estuve sentada muy cerca una de las líneas de ensayo. Eso me dio la oportunidad de tener a los tonganos muy cerquita en el segundo tiempo, cuando calentaban los suplentes (lo mismo pasó con los españoles en el primer tiempo pero el cuello no es el mismo...). Doy fe de lo del cuello de los pilieres... ¡madre mía!

Hay muchas cosas interesantísimas en la novela, la Congregación, el deterioro, el dolor, la frustración...

Y personajes increíbles, como Jaap Keergaard, que sale de la Congregación cuando descubre que solo hay maldad detrás: Porque no nos olvidemos de que mucho ritual y mucha mierda masónica, pero al final estos hijos de puta no son más que un grupo de creiminales de lato standing que comparten objetivos comunes"

Aparecen aquí también ,por supuesto, Erika Lopategui y Ölafur Olafson (¡cómo me gusta ese hombre!) trabajando por su cuenta, al margen de Sancho.

No me quiero alargar más, sé que se han hecho muchísimas reseñas de esta novela, porque sigo a su autor rn Twitter y veo lo que va compartiendo. No las he querido leer porque las mías son peculiares y no hablan tanto del libro como de mi reacción ante lo que leo. Lo cierto es que, de verdad, me ha gustado muchísimo.

Y termino con una frase de Ramiro Sancho que aparece en varias ocasiones: Huir solo sirve para morir un poco más tarde y mucho más cansado".

No hay comentarios:

Publicar un comentario