miércoles, 9 de septiembre de 2015

El amante japonés (Isabel Allende)

Me regalaron este libro por mi santo (vale, por mi onomástica, que queda mucho mejor...) y me hizo mucha ilusión porque Isabel Allende me gusta siempre.

Sé que hay quien adora lo que escribe y quien no soporta ninguno de sus libros, pero yo pertenezco al primer grupo... Y este libro no me ha defraudado nada de nada.

Toda la acción se desarrolla en torno a Lark House una especie de residencia de mayores en la que hay "apartamentos" para quienes están mejor y son menos dependientes y habitaciones para las personas que necesitan que se les preste más atención tanto médica como psicológica.

Los personajes, como todos los de esta autora, son muy peculiares, pero son realmente estupendos.

Alma Mendel (Alma Belasco tras casarse) es una de las habitantes de un apartamento, que siempre ha pintado en tela y ha vendido sus diseños y que sigue haciéndolo siempre que puede. Cuando aparece Irina Bazili como nueva empleada en la residencia, descubren que tienen una cierta afinidad especial que se afianza cuando Seth, el nieto de Alma, se enamora de Irina.

Los dos jóvenes quieren escribir la historia de Alma, que ellos presumen apasionante, y eso nos lleva a que nos la cuenten a nosotros, pobres lectores que estamos en el metro con el libro en la mano.

Es toda una historia de amor, de lucha por la vida, de amistad... Y una lección para entender la edad, la vejez, la ancianidad, como queramos llamarlo, y comprender que envejecer es la única manera de vivir muchos años, así como que las personas de una cierta edad tienen mucho que contar y muchísimo que enseñar (y, los que tenemos menos años... muchísimo que aprender)

"Hay diferencia entre vejez y ancianidad. No es cosa de edad, sino de estado de salud físico y mental. Los viejos pueden mantener su independencia, pero los ancianos necesitan asistencia y vigilancia hasta que llega un momento en que son como niños". Esta es una afirmación de Cathy, que está en silla de ruedas desde que estuvo a punto de morir en una montaña cuando realizaba escalada...

Y una de las empleadas, Lupita Farías, dice también: "La edad, por sí sola, no hace a nadie mejor ni más sabio, solo acentúa lo que cada uno ha sido siempre". Y yo creo que eso es algo que todos hemos visto alguna vez, en las personas mayores de nuestra familia a las que hemos ido viendo envejecer...

El libro merece que se le dedique un poquito de tiempo, de verdad. Es muy interesante y muy agradable de leer y deja muchas perlas muy interesantes.

Por ejemplo, Alma le dice a Irina (que tiene una historia fascinante, que no me da tiempo a incluir aquí): "Hay mucha gente buena, Irina, pero es discreta. Los malos, en cambio, hacen mucho ruido, por eso se notan más".

Y hay otra frase para reflexionar. Una frase de Nathaniel, el marido de Alma: "Hay omisiones y mentiras necesarias, como hay verdades que más vale callar". Esto es para masticarlo despacito antes de poder opinar al respecto...

No he hecho mención a Ichimei Fukuda, el otro gran personaje de la novela porque lo dejo para que lo descubra quien lea la novela. Pero sí voy a dejar una expresión en japonés que quisiera aprenderme para utilizarla, porque hay muchas veces en que es lo único que se puede decir...

"Shikata ga nai" (¡Qué le vamos a hacer!)

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