jueves, 4 de diciembre de 2014

El mar (John Banville)

Ya he comentado en las otras dos reseñas de este autor que tenía que leer algo suyo cuando escribiera con su "verdadero yo", John Banville.

Y encontré El mar y lo he leído.

Me ha parecido un libro muy bien escrito, que transmite perfectamente la situación del protagonista, Max Morden. Cuando fallece su esposa, Anna, tras una larga enfermedad, Max se refugia en el pasado. Se va a pasar una temporada al pueblo donde pasaba los veranos cuando era crío y rememora sus vivencias allí mientras simula seguir escribiendo su obra maestra para la que no está concentrado en absoluto.

No sé, para mí, desde el principio este libro ha sido el sinónimo de la angustia y la amargura. Entiendo que es el objetivo del autor, claro y lo ha conseguido. Independientemente de lo que va contando, siempre hay ese poso de dolor en todo lo que dice.

Creo que hay un párrafo que define completamente la situación: "Bebo como una esponja. No, no como una esponja, las esponjas no beben, solo absorben el agua, es su manera de ser. Bebo como alguien que acaba de enviudar, una persona de escaso talento y más escasa ambición, agrisada por los años, insegura y errante y que necesita consuelo y el efímero alivio del olvido que provoca el alcohol".

Y tampoco puedo dejar de recalcar cómo se define Max a sí mismo: "Siempre fui un nadie inconfundible cuya mayor ansia fue ser un alguien vulgar". Muy duro...

Me ha llamado mucho la atención también la familia con la que relacionaba cuando era crío mientras estaba de vacaciones. Los Grace son para hacer varios libros. Lo de los gemelos Chloe y Myles es fantástico: "Myles era mudo de nacimiento. O mejor dicho, simplemente no había hablado. (...) Si tenía la capacidad de hablar y había decidido no hacerlo, eso no lo sabía nadie". En fin, no quiero contar lo que va pasando pero yo creo que parte de la amargura de Max viene de haber pasado los veranos con esos chicos... "Estar a solas con Myles era como estar en una habitación de la que alguien acaba de salir violentamente".

Pasa por unos momentos tan malos que da a entender que valora la opción del suicidio pero "el prolongado hábito de vivir me predispone contra la muerte". ¿Es posible que podamos llegar a sentirnos así? Cuando leo esto, me doy cuenta de que tengo que dar gracias a Dios cada medio segundo por no tener que sentirme así, por todo lo que tengo a lo que me puedo agarrar (no tanto material como espiritual) para que la vida no sea eso para mí...

En fin, que quería comprobar que el autor escribe tan bien como dicen. Creo que es así pero también creo que tendré que leerlo en versión original, porque seguro que se están perdiendo muchos matices. Creo que juega con el lenguaje y que la traducción le quita parte del brillo.

Quiero acabar con otra reflexión dura y triste pero que da un poco que pensar: "¿Quién era yo, sino yo? Los filósofos nos dicen que los demás nos definen y nos hacen ser lo que somos. Una rosa, ¿es roja en al oscuridad?

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