martes, 4 de noviembre de 2014

Cien días de felicidad (Fausto Brizzi)

Un libro más que sorprendente. En mi línea habitual de no saber nada del tema del libro, pensé que se trataría de algo muy ligero, que era lo que yo iba necesitando cuando lo empecé.

Cuál no sería mi sorpresa cuando me encuentro con una historia en la que el protagonista narra sus últimos cien días de vida después de conocer al "amigo Fritz", como llama él eufemísticamente al cáncer que le han diagnosticado.

En un primer momento, me quedé un poco "alterada" y no creí que fuera lo que quería seguir leyendo pero no suelo dejar los libros a medias así que... ¡adelante!

Y me lo he pasado muy bien. Vaya, para ser sinceros, cuando lo estaba terminando se me caía alguna lagrimilla (y no soy sospechosa de ser llorona...) pero es tan entretenido y está escrito con tanta "alegría" que uno se da cuenta de que puede encontrar la felicidad en cualquier momento.

Lucio Battistini es nuestro protagonista. Es entrenador de waterpolo porque fue jugador que tuvo que dejarlo por una lesión. "La natación siempre fue mi pasión; me gustaba sobre todo la especialidad de 'mariposa', a la que de pequeños todos llamábamos 'delfín' a causa de un innato sentido de la lógica, ya que las mariposas no nadan".

Se ha casado con Paola. Ella me cae bien pero "... su libro favorito es El principito, del que colecciona ediciones de cualquier formato y lengua". Es una pena, qué le vamos a hacer. No podía ser otro su libro favorito... Con lo poquito que me gusta a mí...

Tienen dos chavales, Lorenzo y Eva, que son muy majetes. El propio Lucio dice de Eva "Estoy seguro de que de mayor será presentadora de televisión o política, lo que al fin y al cabo es el mismo oficio".

En realidad llevan una vida tranquila hasta que aparece el amigo Fritz, coincidiendo con la infidelidad de Lucio. Un problema adicional, ya que, en los 100 días de vida que le quedan, Lucio no solo tiene  que lidiar con Fritz, sino que tiene que conseguir el perdón de Paola. No quiere morir de otra manera. "Hoy una fe, cualquier fe,, incluso de una religión menor, periférica y un poco cutre me iría bien. Una fe te hace mucha compañía. Más que un perro labrador. Pero el destino no me ha hecho este regalo. Yo no creo".

Hay que decir, que planea su muerte en una clínica de "suicidio asistido" en Suiza porque no quiere sufrir los últimos días, ni quiere hacer sufrir a nadie a su alrededor. No voy a entrar en lo que a mí me parece pero es una decisión tan difícil de tomar como cualquier otra, de eso no cabe ninguna duda.

Lucio conoció a sus padres pero, como fue un accidente, a su padre le perdió la pista cuando era un crío y su madre desapareció un poco más tarde. Él se crió con sus abuelos y dice algo maravilloso: "Creo que Dios, en el séptimo día, en vez de cogerse vacaciones, inventó a los abuelo. Y cuando se dio cuenta de que se trataba de la más genial de sus creaciones, se tomó un día libre para pasarlo con ellos."

Lucio es un admirador apasionado de Leonardo da Vinci (me apunto) y a lo largo del libro nos descubre que tanto las lentes de contacto (elaboradas por el oculista alemán Adolf Gaston Eugen Fick), la fotografía (el primer fotógrafo fue el francés Joseph Nicéphire Niepce), el bolígrafo (inventado por el periodista húngaro László Bíró), la bicicleta (atribuida al barón Karl von Drais) o el aire acondicionado (inventado por el ingeniero willis Haviland Carrier) fueron ideados por este genial toscano .

Eso si: ¿Quién inventó la comunidad (de vecinos)? Poniendo por delante que Leonardo da Vinci esta vez no tiene la culpa, yo lanzaría una orden de captura internacional para localizar al responsable, meterlo en la cárcel y al final, guillotinarlo en la plaza entre los aplausos de júbilo de las comunidades"

El libro me ha dejado muchas frases para pensar, muchos momentos para reír. Es un llamamiento a la vida, a la amistad, al amor... Los amigos que tiene Lucio, Umberto sobre todo, son indescriptibles e inigualables...

No quiero alargarme más, pero podría. La charla que da a sus chicos del equipo el día que les dice que se marcha para no volver no tiene desperdicio. No la reproduzco aquí porque es un poco largo y si no no quedaría mucho que leer, pero merece la pena.

Y termino hoy con dos citas. Una del escrito francés Nicolas de Chamfort: "el más inútil de todos los días es aquel en que no hemos reído". Y otra de Marcelo Marchesi: "Lo importante es que la muerte nos encuentre vivos".

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