domingo, 24 de junio de 2018

El séptimo círculo del infierno (Santiago Posteguillo)

Menos mal que, después de dos libros que han resultado ser menos de lo que esperaba, he encontrado esta maravilla. Sí, claro, siendo Santiago Posteguillo el autor, estaba claro que me iba a gustar.

Es fantástico aprender tanto con una lectura, disfrutar de un lenguaje maravilloso, de una narrativa que parece tan fácil... lo tiene todo.

El séptimo círculo del infierno es en el que se encuentran, según Dante en La Divina Comedia (complicada de leer, a la sazón), los asesinos. Y nos cuenta el autor que Adolfo Bioy Casares y Jorge Luis Borges lanzaron en su momento una colección de novela negra que tenía ese título. Hay que reconocerles que está muy bien traído.

En este libro, el autor analiza los diferentes infiernos de varios escritores. Infiernos personales e infiernos causados por su entorno. Nos queda muy claro cómo se aísla y se hace sufrir a muchos de ellos por convencionalismos sociales, algunos ya superados y otros aún por superar...

"Las escritoras suelen sufrir, en particular, una doble discriminación: la que proceda en cada caso - por ideología, creencias religiosas, culturales, etc. - y, además, por ser mujeres". Afortunadamente, en esto estamos avanzando mucho en los últimos años pero el autor nos cuenta cómo muchas de las autoras tuvieron que usar seudónimos masculinos para poder publicar: Ellis Bell (Emily Brönte), Acton Bell (Anne Brönte), Currer Bell (Charlotte Brónte), George Elliot  (Mary Ann Evans)... Me ha parecido curioso que las hermanas Brönte eligieran ser los hermanos Bell. Yo sabía que habían publicado con seudónimo pero nunca me había dado cuenta de que era con el mismo apellido.

Descubrimos la historia de Sor Juana Inés de la Cruz, "erudita y escritora, científica y autora de hermosos poemas y magníficas piezas teatrales, fue objeto de investigación por la Inquisición". Esto ya lo digo yo, fue sobre todo "molesta" porque fue de las primeras feministas y demandaba educación para las mujeres. Eso, a finales del siglo XVII no estaba muy bien visto.

Y podemos leer esos versos que a mí tanto me gustan:

Hombres necios que acusáis 
a la mujer, sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis

Nos cuenta también cómo se conocieron Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí y Aymar. Yo había oído que era ella la que escribía sus obras aunque eso es lo que dicen las malas lenguas. Pero sí es cierto que colaboraron mucho porque ella era una muchacha muy culta, además de muy guapa y traducían juntos a muchos autores.

Maravillosa la historia de la publicación de Cien años de soledad. Fue además en agosto de 1966, el mes y año en que yo nací. Gabriel García Márquez y su esposa Mercedes no tenían dinero suficiente para mandar al editor la obra completa y mandaron solo una parte. Afortunadamente, el edito Francisco Porrúa, en Buenos Aires, se dio cuenta de lo que tenía entre manos y le mandó dinero para que le hiciera llegar el resto... ¡Menos mal! ¡Nos podríamos haber perdido una de las mejores obras de la literatura universal!

Uf, con todas las cosas que me gustaría contar... Pero tengo que ir cerrando poco a poco porque con este libro podría alargarme hasta el infinito. Quiero dejar una cosa muy interesante en relación con la educación en España: "Eliminan horas de historia, arte, latín, griego, literatura, filosofía y tantas otras materias claves en la evolución del pensamiento humano. Materias todas ellas que generan masa crítica, gente con criterio propio. Precisamente lo que no se desea desde arriba." Me ha parecido estupendo porque es algo que siempre he pensado yo también. Y yo no soy sospechosa, que soy muy de Ciencias. Estudié ciencias puras y soy Ingeniero Industrial pero recuerdo con cariño mis clases de Filosofía y de Latín (que tuve, claro que tuve...). No se puede pasar por la Universidad para estudiar cualquier cosa, sin tener un mínimo conocimiento de historia, o de arte... Aunque no sea mucho. Eso hace que se cree un interés por saber más, por conocer qué es lo que ha llevado a la humanidad a llegar donde ha llegado, por tener un criterio, como dice el autor y ser un poco menos manipulable. Bueno, claro, y hay que saber escribir... al menos sin faltas de ortografía.

¡Vaya discursito! Pero lo pienso de verdad. Y cierro con otra cosa que me ha gustado y que me voy a apuntar: "Porque no solo hay que leer aquello con lo que se está de acuerdo"

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