domingo, 10 de diciembre de 2017

Memento mori (César Pérez Gellida)

Primera entrega de la primera trilogía, Versos, canciones y trocitos de carne... Promete muchísimo. Claro, yo parto ya de conocer a los protas porque ya he leído la segunda trilogía Refranes, canciones y rastros de sangre y también Khimera... En definitiva, que no me van a sorprender determinadas cosas que ya me sorprendieron en su momento.

Pero, eso sí, me ha encantado, como ya sospechaba.

En el prólogo de Michael Robinson, se dice: "...una novela especial en la quedestacabana unos personajes bien construidos, un argumento sólido, prosa viva y un ritmo ligero con aroma denso". Poco más puedo decir yo que añada algo...

Curioso que la novela empieza un 31 de octubre, el día del cumpleaños de mi hijo mayor... Algo que me relaciona con la historia...

Y conocemos a Ramiro Sancho, por supuesto, nuestro inspector de cabecera. Como ya lo conozco, iba buscando la frase. Sí, en la página 16, leemos por primera vez su expresión más característica: "Hay que joderse". Ya lo he dicho en las reseñas anteriores, yo no hablo mal pero esto... esto no es hablar mal, esto es parafrasear a Sancho... Si no le saliera esto del alma, no sería el mismo. "Ser pelirrojo y tener los ojos claros no le ayudaba precisamente a pasar desapercibido en España; sus ciento ochenta y siete cm de altura, tampoco. De gesto reservado, voz grave y sonrisa tan poco frecuente como natural, era un tipo de campo encerrado en la ciudad". 

Está separado, ha pasado mucho tiempo en el País Vasco y ha vuelto a Valladolid. Según él mismo: "Unos se casan por la iglesia, otros se casan por el juzgado y yo me casé por idiota".

Vamos a ir conociendo a todos los personajes que irán apareciendo posteriormente; el subinspector Patricio Matesanz, la jueza Aurora Miralles, el subinspector Álvaro Peteiro ("más gallego que un poercebe"), Arnau y Botello.

Por supuesto, vamos a tener unos cuantos muertos... De eso se trata, de intentar encontrar al asesino. Curiosamente, en esta novela sabemos desde el principio quién es. Increíble pero sabemos su nombre (nosotros, no la policía) pero es una historia tan increíble que no nos importa...

Nos vamos a enfrentar a un hombre con una inteligencia muy especial, un hombre con un gusto exquisito, una maravillosa educación y una formación magistral en muchos aspectos. Pero no estamos enfrentando a un psicópata o a un sociópata, que no me ha quedado claro... Nos van a explicar la diferencia, sí, lo hace Armando Lopategui, otro de los que nos van a acompañar posteriormente: "...parece ser que la psicopatía tiene un común denominador en la herencia genética. Es decir, el psicópata sufre un funcionamiento deficiente de su actividad cerebral que le empuja a tener comportamientos antisociales. En la sociopatía, por el contrario, parece no existir esa componente genética y es el entorno social el que hace que el sujeto se rebele en su contra de forma violenta". Pero, como él mismo dice, nos enfrentamos a un "TPA = trastornado pero astuto"

Lo de Armando Lopategui, alias Carapocha es para escribir una novela aparte... Es un hombre especialmente peculiar: inteligente, simpático, cínico, excéntrico... Me encanta cuando, después de dar un montón de datos estadísticos sobre el crimen, termina la argumentación diciendo: "Para terminar, del total de asesinatos en serie cometidos en Estados Unidos, el 50% es justo la mitad"

También vamos a conocer aquí a Martina Corvo, doctora en Psicolingüística, a la sazón, ciencia que estudia la aplicación de una lengua en cualquiera de sus formas teniendo en cuenta los factores psicológicos. Impresionante. Va a colaborar con Sancho para tratar de localizar al asesino que, la verdad, va jugando con ellos un poquito. Curiosamente, es la única que se da cuenta de que la persona que encuentra el primer cadáver de identifica como Gregorio Samsa... Efectivamente, el prota de La metamorfosis...

Lo peor de la novela es que, aun sabiendo que Agusto Ledesma es el asesino, no podemos dejar de admirarle. Hay que reconocer que es un fuera de serie... sí, para todo... Y su historia es alucinante. De eso sí que no voy a contar nada porque destriparía la novela. Me encantan sus frases en latín, aprendidas con Octavio Ledesma, su padre, al que llamaban Emperador. Es increíble, además, cómo se pueden vivir varias vidas al mismo tiempo.. Es algo que a mí siempre me ha parecido imposible. Quizá porque a mí ya me cuesta vivir una sola...

Eso sí, en un momento dado, dice algo que ha hecho que me cayera fatal: "No deberían entregar ninguna titulación universitaria a nadie que no se haya leído o, mejor dicho, comprendido, su obra principal, Ulises". Por ahí no puedo pasar... Lo siento, James Joyce será un genio, que no lo voy a negar pero... Ulises... es una tortura china... (lo escribo en clave de humor por si no se entiende, pero lo pienso de verdad)

Lo tengo que dejar porque me estoy alargando muchísimo... Me enrollo como las persianas... Eso sí, no se puede dejar de leer. De verdad que merece la pena, engancha y hace que uno quiera seguir con el próximo libro. Además, los personajes terminan siendo como de la familia.

Dejaría muchísimas reflexiones, frases, pensamientos,... pero me quedo con uno que me ha gustado mucho, de Armando Lopategui: "Normalmente, lo que parece es simplemente eso: lo que parece que es".

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