sábado, 30 de diciembre de 2017

Cartas de la madame inglesa (Rebeca Tabales)

Esta va a ser la última entrada del año... Con la fecha que es y habiendo terminado el libro esta misma tarde, o me paso la noche leyendo (que no es mi propósito ahora mismo) o no parece que vaya a dar tiempo a más...

Como me pasa en muchas otras ocasiones, este libro lo leí porque me pareció que podía ser interesante pero no sabía nada de la autora ni del tema de la novela. A ver, lo de "madame inglesa" me podía dar una pista pero... hay veces que no es lo que parece.

En este caso sí era lo que parecía pero tenía mucho más detrás. Nos tenemos que situar en el Madrid de 1913, hace ya más de un siglo... Y nos encontramos con la casa de citas de Rachel Gallo Loyer, la madame inglesa, que dice de sí misma: "Aun despojada, en gran parte, de las rutinas de mi oficio, no dejo de ser una ramera de corazón".

Para situarnos, aparecen los cadáveres de dos clientes de su casa, Juan y José (que por supuesto, no se llaman así) después de que hayan salido de allí... Rachel y una de sus chicas, la Tonta, siguen el carro que los lleva y ella, siguiendo un impulso, les corta las orejas y se las lleva.

Hasta ahí puedo leer. Ella quiere saber quién ha matado a los chicos y va escribiendo cartas a Elías Gracía-Bravo, un alto cargo en la seguridad nacional, que a la sazón es el padre de su hija Laura, de 17 años, contándole lo que va sabiendo y lo que quiere que haga para colaborar.

Rachel es una mujer culta, de madre inglesa, de quien sabremos más al final de la novela. En un momento dado, cuando conoce a Amor le da un nombre falso y dice: "Espero que no estuvieras pensando que cometería la ordinariez posromántica de darle a elegir mi nombre, ni la imbecilidad neoclásica de ofrecer el verdadero". Me parece absolutamente genial.

Y nos dice una frase que, cuando la leí, pensé que estaba escuchando a mi amiga María: "No me fío ni de las bragas que me pongo"
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Vamos a conocer a Alonso Amor, un agente de la seguridad que también quiere saber qué ha pasado a pesar de que no le corresponde en su jurisdicción y de que su jefe, el comisario Francisco Valiente Agrait, no quiere que haga nada. Rachel descubre por qué tiene tanto interés: "Ahora comprendo que Amor buscaba algo más que las pruebas de la investigación; buscaba algo así como su sitio en el mundo". Es un prota que tiene que caernos bien queramos o no. Y tiene una vida y una situación de lo más peculiar porque lo de su mujer, Engracia, es para que la autora escriba otra novela.

He de decir que no he elegido el mejor momento para leer esta novela porque he andado con mucho jaleo en el trabajo y me habría venido muy bien leer algo que fuera absolutamente predecible y no me exigiera nada. Sí, unas de esas novelas de las que siempre me quejo pero que son terapéuticas en algunos momentos.

Pero, aún así, me ha gustado. Sobre todo, porque me ha sorprendido. Y me ha sorprendido mucho.

Por un lado, he aprendido muchas cosas de la sociedad de aquel momento y de cómo funcionaban las cosas. Cómo era una casa de citas, las chicas... Curioso que los nombres son todos apodos: la Guapa, la Vieja, la Hermosa, la Tonta y la Virgen que era la "novia" de Juan y cuando le matan, empieza a llorar tanto que nunca más vuelven a llamarla Virgen y empiezan a llamarla Llorona... ¡qué cosas!

También es muy curioso cómo funcionan los agentes de seguridad, que en nuestro caso, además de Amor son Sánchez, Callejo y Güell...

No puedo contar nada porque, aunque parece que no, al final descubrimos que no todo era tan clarito como pensábamos y si doy pistas, ya no lo leería nadie. Pero eso sí, aunque es recomendable, es para pensar un poquito. No es uno de estos libros que yo llamaría "de playa"...

Cierro ya, esperando que 2018 nos traiga muchos más libros que leer, más tiempo para leerlos y muchas ganas de compartirlos.

Pero tengo que cerrar con una frase, como siempre, y lo voy a hacer con una de la última carta de Rachel, que no va dirigida a Elías, sino a Amor: "Otro consejo que te doy, si es que quieres leer mis consejos, es que conozcas la verdad en tu interior aunque no puedas decirla, y si alguna vez mientes, que sea para mantener viva esa verdad y no para ultrajarla."

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