jueves, 31 de enero de 2013

La conquista de la felicidad (Bertrand Russell)

¿Qué hago yo leyendo un libro de Bertrand Russell? No sé, la verdad. Empecé el libro porque estaba en el e-book y... ¿por qué no?

Bertrand Russell y yo tuvimos una experiencia mística el día de mi examen de selectividad. El curso 83/84, año en el que yo estudié COU, entraban en selectividad 10 filósofos entre los que se encontraba Bertrand Russell pero no Santo Tomás de Aquino. Mi profesor de filosofía, fray Fernando Fragoso, tomista de la cabeza a los pies, se negó a que nos saltáramos a Santo Tomás y nos comentó que Bertrand Russell era más matemático que filósofo (cierto, por otra parte) y que seguro que no caía. Por supuesto, me cayó y tuve que elegir San Agustín, que era mi otra opción y que, afortunadamente, llevaba muy bien (que yo siempre he sido muy aplicada).

El libro me ha gustado mucho. Está escrito en lenguaje poco filosófico, es decir, para torpes como yo que de conceptos filosóficos entendemos lo justito.

Hace un análisis de por qué el hombre no es feliz y de cómo podría llegar a serlo. Pero es muy "de andar por casa". Vaya, que las cosas que recomienda para ser feliz y las cosas que dice que hacen desgraciadas a las personas, son las cosas con las que convivimos diariamente y no sorprenden a nadie.

El prólogo del libro es de Fernando Savater y no hay despreciarlo en absoluto. es muy agradable de leer y dice cosas como: "Nunca ha estado del todo claro si el secreto de la felicidad consiste en no ser completamente imbécil o en serlo".

He subrayado casi medio libro porque hay frases que son verdades como puños (o a mí me lo parecen, claro). Además, algunas son hasta simpáticas: "Las personas que son desdichadas, como las que duermen mal, siempre se enorgullecen de ello". Eso es una realidad: todos conocemos a gente que solo consigue dormir una horita por las noches (excepto cuando está en tu casa, que no se despierta en toda la noche) y gente que nunca lo está pasando bien y siempre tiene problemas, reales o ficticios..

Da una buena definición del hombre feliz: "El hombre feliz es el que vive objetivamente, el que es libre en sus afectos y tiene amplios intereses, el que se asegura la felicidad por medio de estos intereses y afectos que, a su vez, le convierten a él en objeto del interés y el afecto de otros muchos".

Me sorprende cómo trata el tema porque es algo muy subjetivo y lo plantea objetivamente como si fuera sencillo. Cada uno podríamos poner encima de la mesa lo que pensamos que es la felicidad y no coincidiríamos casi ninguno (a excepción de los copiones que utilizan lo que han dicho antes que ellos). Pero mientras se va leyendo el libro, uno se da cuenta de que lleva razón, ser feliz no es tan complicado.

Plantea también cuestiones para reflexionar un poquito: "Una parte indispensable de la felicidad es carecer de algunas de las cosas que se desean". Y seguro que alguna vez hemos dicho eso de "lo tiene todo, no tiene ilusión por nada y está amargado"...

Nos deja claro que parte de la felicidad depende de nosotros mismos y no puedo cerrar sin citar una de las cosas que más me ha llamado la atención: "Nadie ha ganado nunca nada perdiendo el respeto a sí mismo". Interesante, ¿verdad?

Termino ya. Un libro para leer con tranquilidad e incluso para releer en algún momento.. Es cortito, con un lenguaje sencillo para todos los públicos, que llega muy dentro y hace reflexionar sin que nos tenga que salir humo de la cabeza.

Sr. Russell, creo que ya le he perdonado su jugarreta del examen de selectividad.

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