lunes, 7 de enero de 2013

Muerte en La Fenice (Donna Leon)

Tengo una vecina encantadora, Mª Nieves, a la que conozco sólo de ir y volver del cole con los niños. La diferencia es que yo llevo a mis hijos y ella a sus nietos. Le encanta leer y me comentaba hace unas semanas que le chifla Donna Leon. Lo cierto es que yo no había leído nada suyo y he tenido la oportunidad de encontrarme con alguno de sus libros, así que, teniendo en cuenta la opinión de Mª Nueves, me lancé a ver qué descubría.

Tras leer la novela, que me ha gustado muchísimo, he investigado un poco y he descubierto que Donna Leon, a pesar de ser americana, ha vivido en Italia muhos años. Eso explica la forma que tiene de entender la novela negra y por qué es mucho más psicológica que la novela americana. Ya me he quedado más tranquila...

El inspector Brunetti, el prota, es estupendísimo. Está casado con una profesora de literatura inglesa que es hija de un conde, forradísimo y con muchísima influencia en Venecia. según dice Brunetti "aunque él y el conde parecían trabajar con la misma clase de personas, a él, por lo menos, le cabía el consuelos de arrestarlas, mientras que el conde se veía en la obligación de invitarlas a cenar". Eso sí, además de dinero, tenía mucho estilo: "Su smoking estaba tan bien hecho que incluso de haber sido de color de rosa, lo primero que la gente hubiera advertido en él hubiera sido el corte".

La acción se desarrolla en Venecia, ciudad encantadora donde las haya... Y el inspector nos lleva de paseo por todas las callejuelas y los puentes y hace que casi podamos ver la ciudad. Eso sí, para los que hemos estado allí alguna vez y lo sabemos, en el libro, por lo menos, no podemos olerla... (Y eso que a mí Venecia me encantó... pero huele mal, eso no se puede dudar).

Da una definición de la ciudad muy curiosa: "De no ser Venecia una ciudad cristiana, la divinidad imperante hubiera sido el Rumor". Por eso, para el policía "la forma más segura de conseguir información fiable sobre el hombre era acudir a la funte infalibe: el chismorreo".

Los personajes de la historia son muy curiosos. El muerto (porque aquí siempre tiene que haber un muerto) era un director de orquesta fantástico "Para el muerto, un privilegio era algo que solo él podía otorgar". Su esposa, casi 35 años más joven, locamente enamorada de él en un principio. La súper sopranísimo, con una voz maravillosa pero con problemas porque su ex-marido podía quitarle la custodia de sus hijos si se enteraba de que estaba liada con su secretaria... Una cosa curiosísima.

También está Santore, el director de escena de la ópera, curioso, perspicaz, homosexual y con una forma interesante de ver la vida: "No se debe hablar mal de los muertos, ni de alguien con quien tengas que volver a trabajar". Esta es una lección que se debe de tener muy en cuenta porque todos sabemos que el mundo es un pañuelo y... nunca se sabe...

Paola, la mujer de Brunetti es también estupenda. Le encanta leer cada día un periódico distinto, pasando por todas las diferentes ideologías políticas porque "quiero descubrir de cuántas maneras diferentes se pueden decir las mismas mentiras".

Y hay gente que piensa cosas duras de las de verdad. Una ex-soprano, que había tenido sus más y sus menos con el muerto, dice de él: "Pero siento que lo hayan matado. Preferiría que se hubiera suicidado para que, además, su alma se condenara" ¡Olé!

Me ha gustado mucho lo que dice Brumetti de su casa: "Era un ambiente que, de un modo que no acertaba a explicar, sugería una cordura que meutralizaba la diaria dosis de locura que conllevaba su trabajo". Me ha encantado porque es lo que yo siempre he querido expresar cuando digo que si no puedes llegar a casa, cerrar la puerta y decir ¡uf!, estás perdido. Pero, claro, por eso yo no soy escritora y Donna Leon sí lo es...

En fin, que como sé que ha escrito muchos más libros, creo que me voy a conevrtir en una fiel seguidora del inspector Brunetti.

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