sábado, 25 de mayo de 2019

La vengeance du pardon (Eric-Emmanuel Schmitt)

Hace ya unas semanas quedé con Alicia, hermana de mi cuñado, para darle algo que mis sobrinos se habían dejado en mi casa cuando estuvieron aquí... (pufff... me acabo de dar cuenta de que fue en marzo y aún no había hecho al reseña...)

Total que Alicia, que es una gran lectora, aprovechó para traerme dos libros a ver qué me parecían.

Me vino genial porque, independientemente de que guataran o no, uno era en francés y otro en inglés y me venía muy bien...

Este, como se ve en el título, era el francés, claro...

Son cuatro historias (una de ellas es la que da nombre al libro) muy interesantes. Son cortas, no muy cortas pero sí como de unas 80 páginas cada una, que se leen estupendamente y que tienen desenlaces muy curiosos. Y hay algunos personajes que dejan huella...

Me ha gustado mucho Werner von Brelau, de 92 años, antiguo piloto de la Luftwaffe. Un hombre interesante, sí señor. Lo único malo es que el libro que elige para leer con Daphne es El principito.. ¡vaya por Dios! No es la primera vez que digo que es el libro más sobrevalorado de la literatura universal...

Son historias con un punto sicológico muy interesante, en los que a los personajes se les pone en situaciones límites (la propia vida les lleva a ello) y les hace reaccionar haciendo aflorar difereentes tipos de sentimientos.

En otra de las historias hablan de mi ídolo, James Bond: "James Bond, qui est à l'humanité ce que le couteau suisse est au canif" [James Bond, que es al común de los mortales como la navaja suiza al coraplumas". ¡Cómo es mi chico!

Bueno, bueno... Aparece un niño que se llama Jébé, abreviatura de J.B. = James Bond... Al nivel de aquel Kevin Coster de Jesús. No me resisto a contar aquí que hoy, como votamos mañana, me he entretenido en leer los nombres de los candidatos de los diferentes partidos y he encontrado a una candidata de Ciudadanos que se llama Ana Karenina Suárez Céspedes... Ahí lo dejo... Menos mal que lo veo ahora porque si lo llego a saber cuando nacieron mis hijos, uno se habría llamado Edmundo Dantés Velasco Guerrero. (Se me va la cabeza...)

En fin, que lo he leído muy bien, muy cómoda y me ha gustado mucho.

Y cierro, como siempre, con un pensamiento: "Quand on ne peut plus sauver ni l'argent ni l'honneur, on peut encore sauver l'amour" [Cuando ya no se puede salvar ni el dinero ni el honor, aún se puede salvar el amor].

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