domingo, 26 de mayo de 2019

La sonata sin nombre (Beatriz O'Shea)

Empecé a leer el libro sin saber que era la primera novela de esta autora. Y me ha gustado muchísimo. Es de las novelas que yo llamo deliciosas... Es tranquila, agradable, interesante, muy bien escrita, serena... Lo cierto es que no sé si "serena" puede definir a una novela pero para mí es muy explícito...

Los personajes son estupendísimos... Elena Verdes-Montenegro y Javier Casado, su compañero de piso, que se va enamorando por todas partes, y es simpatiquísimo... Violeta, la marquesa viuda de Lezma, una mujer maravillosa, con una gran historia que contar y un objetivo: "... mi gran amiga Catalina, señora de Villamil, ha estipulado en su herencia legarle a Irina un objeto que tenía gran valor sentimental para ella. Yo soy su albacea testamentaria y, como tal, tengo que velar por que se cumple su última voluntad"

Irina es Irina Ionescu, gran violinista y ahijada del gran Andrei Popescu. Empezó a tocar le violín a la edad de 5 años y tan solo 6 años después, de forma excepcional, se le permitió ingresar en la Universidad Nacional de Música de Bucarest.

Tal como nos dicen: "A través del relato de la marquesa y de sus propias investigaciones, la periodista va desentrañando una historia que salta de los años de la posguerra a la actualidad, enlazando una trama de intriga y espionaje con una extraordinaria historia de amor imposible."

Lo he pasado de maravilla, de verdad. La historia de Andrei Popescu en España, con Catalina y su hermano, con Violeta... en el año 1953, con la situación que había entonces en nuestro país... Es, de verdad, deliciosa...

Y cómo Elena va buscando poco a poco pistas localizando a su familia lejana, los Verdes-Montenegro, y su fundación.

Uy... Y me he encotnrado con un tal Manuel Velasco, "uno de los líderes de la oposición al régimen de Franco" ¿Por qué me ha sorprendido? Porque mi suegro tiene el mismo nombre... ¡qué curioso!

Por cierto, "La sonata sin nombre" es una sonata que había escrito Andrei Popescu y a la que Irina bautizó así cuando recibía clases cuando era pequeña.

Es curioso porque no he tomado nota de ninguna reflexión especial y no sé por qué... Pero la novela hay que leerla para pasar un rato muy agradable, disfrutar con unos personajes entrañables y aprender muchas cosas interesantes.

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