sábado, 5 de diciembre de 2015

36 cosas que hay que hacer para que una familia funcione (Leopoldo Abadía)


Hay veces que la vida pone en tu camino gente que merece la pena conocer. Y eso me ha pasado a mí hace poco menos de un año. Por circunstancias laborales, apareció por la ofi una nueva compañera con un contrato temporal. Su contrato terminó pero, como este año hemos tenido una explosión de natalidad en la empresa, ahora la tenemos haciendo una suplencia en el departamento.

Y ha sido ella la que me ha prestado este libro. Me comentó que se acordaba de mí cuando lo estaba leyendo y, claro, lo tuve que leer...¡¡Vaya descubrimiento!! (Muchas gracias, Estel)

Lo he pasado de maravilla y he aprendido muchísimas cosas. Pero sobre todo, he leído el libro como si estuviera charlando con el autor. De verdad que es tremendamente agradable y no puede uno dejar de sonreír mientras lee. (A veces, incluso he soltado la carcajada en el metro, con el riesgo de que la gente piense que estoy como un cencerro, con lo que acertarán de pleno).

Si hay alguien que puede hablar de cómo mantener una familia en perfecto estado de funcionamiento es alguien que, como el autor, ha tenido 12 hijos y tiene ya más de 40 nietos... Ante eso, los que solo tenemos dos energúmenos en casa, somos meros aficionadillos...

Hay miles de cosas que me gustaría incluir en esta reseña... No sé muy bien por dónde empezar... ¡Qué agobio!

En serio, hay algo que me parece muy importante: "...el matrimonio no es una institución por la que dos solteros se acuestan juntos legalmente". Parece de Perogrullo, pero no lo es. Yo me doy cuenta de que mucha gente últimamente piensa que es algo así, o muy parecido... Y me da mucha pena, la verdad.

Otra cosa fundamental: "Todos es cuestión de cariño. Y esa es la mejor herencia que pueden dejar unos padres a sus hijos". Esto no es que sea importante, es que es fundamental. Este libro es un estudio del amor en familia. Pero del amor de verdad, no del amor de la tele, de los libros o de los cuentos: del que lucha y curra al máximo para que las cosas funcionen. Del que se apoya en valores, en ejemplo, en comunicación, en educación... ese, el que hace que se vea que una familia es una familia y no un conjunto de personas que comparten piso.

Y, claro, las cosas no son fáciles. No lo son cuando no hay hijos porque nadie dijo que la convivencia fuera a ser fácil. Y lo son menos cuando llegan. Es lo más maravilloso del mundo, eso lo firmo en todas las casillas en que me digan que hay que firmar, pero no es fácil. Cuando son pequeños, porque son pequeños, cuando son adolescentes... sin comentarios, y cuando son mayores, lo que aún no es mi caso pero sí el de mis padres, porque seguimos necesitando que nos den una buena colleja de vez en cuando...

Por eso: "No puede ser que por auténticas bobadas, por cosas absolutamente opinables, discutamos, riñamos y, al cabo de un tiempo, digamos que tenemos incompatibilidad de caracteres. Lo que tenemos es una estupidez en grado sumo". ¡Cuántos casos conocemos todos así! Mi opinión es que más vale una discusión a tiempo, o incluso una retirada (que no siempre llevamos razón, o no siempre merece la pena quedar por encima) que destrozar un matrimonio que hemos empezado con tanto cariño y nos ha costado mucho seguir manteniendo. "Porque las cosas, cuando se enquistan, son males". Lo dice el autor, y lo digo yo también.

"Y no se nos puede olvidar que los objetivos fundamentales de una madre y de un padre son 5:

  1. Que los hijos sean buena gente
  2. Que se quieran
  3. Que se ayuden
  4. Que nos quieran a nosotros
  5. Que ayuden a los demás"
Puede parecer muy obvio pero a veces conocemos familias en las que eso no es tan evidente... A mí me preguntaron hace mucho, cuando llevaba a vacunar a mi hijo mayor, qué querría que fuera de mayor. Y recuerdo que, para satisfacción de la enfermera y perplejidad de alguna mamá que había por allí, dije que "buena persona". Y me alegro de que Leopoldo Abadía piense como yo. A qué se dedique dependerá de miles de cosas pero si es una buena persona dejará huella y será feliz (aunque seguro que habrá quien le tome por tonto...)

Me estoy alargando, me estoy alargando... Pero hay tantas cosas...

Solo voy a incluir tres más pero, por favor, que nadie deje de leer este libro...

"Una casa debe de estar lo suficientemente limpia como para que sea higiénica, y lo suficientemente sucia como para que sea confortable". Me encanta. Todos conocemos casas-museo. No puedes pisar la alfombra, no hay juguetes por el suelo (o libros, o bolis, o auriculares... lo que sea, dependiendo de la edad y el momento). Una casa en la que los padres no protestan porque tiene que recoger cosas, no es un hogar, es un museo. Y en un museo no puede vivir una familia.

Segunda cosa que me queda: "Porque el perdón sin olvido, no es perdón. Y si hay olvido, olvido de verdad, no hay nada que perdonar, porque se nos ha olvidado". Difícil ¿eh? Mucho, y para reflexionar un buen rato. Todos hemos dicho alguna vez eso de "yo perdono pero no olvido". No sé si vale con los demás pero con tu marido, imposible y con tus hijos, menos aún.

Solo puedo poner una cita más porque he dicho que me quedaban tres pero me da mucha rabia tener que dejarlo ya para no ser demasiado pesada. Porque hay cosas en las que me he sentido completamente identificada... Cosas como el ambiente los partidos de fútbol (todo el mundo cree que tiene a Messi o a Cristiano en casa...), la mamá coleccionando fotos de actores estupendos (a mí me gustan más los rugbiers, sobre todo, Richie McCaw, es lo que hay...), y tantas otras cosas que me pasan todos los días (y eso que mi matrimonio aún no es mayor de edad). Sí me quedan solo 3 meses para llegar a los 18 años, pero aún no los hemos cumplido...

Termino con una cita del final que me parece increíble: "Hacer el amor es fabricarlo cada día, con alegrías, con tristezas, con muchos fracasos, con la idea clara de que aunque me canse, aunque no pueda, aunque reviente, aunque me muera, ese matrimonio lo saco adelante, pase lo que pase".


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