domingo, 11 de enero de 2015

El lejano país de los estanques (Lorenzo Silva)

Sí, es el primer libro de Bevilacqua y Chamorro y estaba claro que me los tengo que leer todos porque me han encantado los dos que ya he leído.

A mí me parece siempre mejor empezar por el principio porque así vas conociendo poco a poco a los protagonistas pero en este caso no ha podido ser así, con lo que, tendré que conformarme con ver cómo han ido evolucionando sabiendo ya como son en sus últimas andanzas...

Me lo he pasado genial y me ha gustado tanto o más de lo que esperaba. Es que, Bevilacqua me cae bien, no lo puedo evitar. Es serio, sensato, irónico, majete, profesional, honrado... ¡lo tiene todo!

Y Chamorro, Virginia, es una chiquilla estupenda también. Supongo que en alguna de las dos novelas que había leído ya lo habrían contado pero no recordaba que, además, fuera guapa, rubia y con tipazo... ¡qué cosas!

En esta historia en la que, por supuesto, hay un crimen y, por supuesto, se resuelve, aparece otro personaje que me cae muy bien, el brigada Perelló. No solo me cae bien a mí, no, a Bevilacqua también. Le define como un "hombre de una pieza" y creo que con eso puede quedar todo dicho. Una de sus frases (que no tiene por qué pasar a la historia) me ha gustado mucho: "Hay países en el extranjero en los que un revólver del 22 se vende en el supermercado. Al lado de las sopas de sobre". Esto corrobora lo que pensamos en mi casa, que en algunos sitios, a los chavales, con el bollycao les dan la pistola cuando se van al cole...

Aparece otro personaje que no influye mucho en el desarrollo de nada porque nadie le hace caso, el capitán Estrada que "era uno de esos tipos que lo tienen todo cuadrado y rectilíneo, hasta las circunvalaciones del cerebro". Y de esos también todos conocemos a alguno...

Yo ya sabía que Bevilacqua decoraba figuritas de plomo pero lo que no sabía es que: "El requisito inexcusable para que yo acepte una figura de plomo es que no represente a un miembro de un ejército victorioso. Cuando el arte se pone al servicio de la victoria se convierte en una obscenidad".

Otra cosa curiosa es que el libro se escribió entre el 22 de agosto y el 25 de septiembre de 1995 (ja... lo empezó el día de mi cumpleaños). Por eso es por lo que tiene Bevilacqua esta opinión: "...soy de la opinión de que el teléfono móvil es el más salvaje y abyecto atentado que el progreso tecnológico ha producido contra uno de los pocos tesoros espirituales del hombre: la soledad". Sé que más adelante lo usa, pero lleva mucha razón. Es un objeto maldito... ¡con lo que nos gusta a todos!

He dicho ya que hay un crimen pero no he contado nada más... No quiero destriparlo pero aparece Eva Heydrich muerta, una chavala austriaca, estupendísima y demasiado transgresora. Eso hace que haya un amplio espectro de posibles personas a las que no les importaría que desapareciera pero que tampoco tendrían un móvil sólido para asesinarla. Lo mejor de todo es que el libro nos demuestra que Bevilacqua se puede equivocar y está a punto de que se libre el verdadero artífice de la muerte de la chica. Muy curioso, de verdad.

No me quiero alargar más y voy a terminar con una reflexión del sargenteo que me ha parecido que nos puede hacer pensar a todos un poquito: "Importan más los galones que un hombre le pone la vida en el alma que los que el rey le prende o hace que le prendan al hombro".


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