domingo, 8 de junio de 2014

Legado en los huesos (Dolores Redondo)

Parece que he desaparecido del mapa o que no quiero volver a leer o a escribir, pero no ha sido ni una cosa ni la otra...

Por un lado, he tenido "malito" al ordenador... ¡pobre! y por otro, mis hijos están de exámenes y es como si estuviéramos también sus padres. ¡Un horro!

Pero ya estoy de vuelta, porque yo he seguido leyendo, por supuesto. Y tengo 5 reseñas por incluir...

Terminé la anterior diciendo que había empezado la segunda parte de la Trilogía del Baztán, y era verdad. Y me ha gustado tanto como la primera o más. Tiene la ventaja de que los personajes ya son conocidos, con lo que resulta bastante más fácil entrar, pero la trama es más compleja y más psicológica que en la primera entrega.

Según lo estaba leyendo, me recordaba los episodios de Mentes Criminales, serie que me gusta mucho y que veía cuando me sentaba a ver la tele por las noches (que es algo que ya se me está olvidando...). Lo cierto es que a la pobre inspectora le toca todo porque la trama se hace muy personal: "¿quién cojones en el reparto de mierdas raras por persona había decidido que le tocasen tantas a ella?".

James sigue siendo el personaje que aporta serenidad y tranquilidad a la historia. A mí me encanta. Y la tía Engrasi sigue siendo una mujer estupenda, con sus cosas y sus ideas de los espíritus mitológicos: "No hay que creer que existen, no hay que decir que no existen".

Como en el libro anterior, se aprenden muchas cosas interesantes. A mí me ha sorprendido saber que "hasta 1979 no se estableció la obligatoriedad de registrar los fallecimientos de los nonatos". También he aprendido lo que son los mairu: "Se consideraba que los espíritus de los niños muertos sin bautizar no podían ir al cielo ni al infierno, ni regresar al limbo de donde habían salido, así que se quedaban en las casas de los padres como entidades protectoras del hogar". Impresionante, la verdad: sobre todo eso de que no puedan ir ni al cielo ni al infierno... ¡Pobres! Sin culpa ninguna de nada y desubicados completamente... ¡qué cosas se creían...!

Y luego, lo del mairu-beso y la profanación de las tunbas (eso sí,clandestinas) de los muertos al nacer: "Para que lo sea de verdad, debe proceder del cadáver de un infante que haya fallecido sin haber sido bautizado. Antiguamente se creía que tenía propiedades mágicas para proteger a los que lo llevaban como antorchas, y que el humo que emanaba de ellos tenía un poder narcotizante capaz de dormir a los habitantes de una casa o un pueblo entero mientras sus porteadores realizaban sus fechorías brujiles". Claro, solo a alguien que quiera hacer algo "raro" se le puede ocurrir levar una antorcha que sea el hueso de un niño muerto sin bautizar...

Aparece Tarttalo, un angelito.... "Figura de la mitología vasco navarra, un cíclope de un solo ojo y gran envergadura, extraordinariamente fuerte y agresivo que se alimenta de ovejas, doncellas y pastores, aunque también aparece como pastor de sus propios rebaños en algunas referencias, pero de cualquier modo, siempre como devorador de cristianos".

En fin, que el libro merece dedicarle un tiempo y pasar un rato entretenido (aunque es pelín angustioso en algunos momentos, la verdad). Está muy bien escrito y consigue lo que pretende: que entremos en la historia y nos identifiquemos al máximo con los personajes.

Termino, como siempre con una reflexión, sobre cómo enfrentar las cosas. A mí me ha gustado, la verdad: "Hay que adaptarse y vivirlo sin tensión, como no siempre es verano y no por eso el otoño es malo"

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