domingo, 6 de octubre de 2013

Diamantes para la eternidad (Ian Fleming)

La semana pasada pusieron en alguna de las miles de cadenas de televisión una especie de maratón de James Bond. A mí, esas pelis me encantan pero, por una serie de circunstancias, no vi ninguna. Solo vi empezar Diamantes para la eternidad.

Así que, después de leer varios libros muy serios y, por supuesto, muy interesantes, decidí hacerle una limpieza de cerebro y pasar a uno de James Bond para "desengrasar". Y, aprovechando que había empezado a ver la peli, me decidí por Diamantes para la eternidad.

Como era de esperar, me lo he pasado muy bien y me ha aportado lo que yo ya esperaba: un rato estuepndo, un chico genial, una muchacha majilla y con problemas y varios malos muy malos.

Esto es todo: nada más y nada menos.

Es cierto que se nota que las novelas son de hace ya varios añitos porque los inventos de M nos parecen de juguete (igual que cuando se ven las pelis protagonizadas por Sean Connery) pero siguen siendo especiales.

En esta novela se llevan  a 007 a Estados Unidos a infiltrarse en una banda de gangsters que trafican con diamantes de Sierra Leona. Como casi todos los escritores ingleses, Ian Fleming deja también su puntito en relación con la sociedad estadouinidense, a la que todos consideran "diferente" (por ser muy discreta con las opiniones que dejan traslucir): "... y habiendo decidido que solo un 1% de los clientes tenía un cuerpo que le permitiera llevar traje de baño..."

Del gangster prota de la historia dicen algo que me ha resultado divertido: "Yo diría que el tipo está tan forrado que no necesita llevar gafas cuando conduce: tiene el parabrisas de su Cadillac graduado con la prescripción de su oculista".

También me ha hecho gracia que la chica de la novela, Tiffany, era de profesión, soltera... ¡Curioso!. Lo cierto es que, al parecer, la muchacha lo había pasado fatal en su vida y eso le hacía ser un poco cínica y pesimista: "Ya sabes cómo son las cosas cuando te metes en una rutina: te acostumbras tanto que ya no buscas nada más".

En fin, que poco más se puede decir del libro porque se lee sabiendo lo que uno va a encontrar y no tiene más. Cerraré con la frase que cierra mi admirado Bond: "La muerte es para la eternidad. Pero los diamantes, también"

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