domingo, 25 de julio de 2021

El destino de un gato común (Álvaro Pombo)

 Hacía mucho que no leía nada de Álvaro Pombo y es un autor que me gusta mucho. No solo por lo que dice sino por cómo lo dice. Es una de esas novelas en las que una disfruta del lenguaje del autor... y eso no me pasa mucho últimamente.

Nos encontramos con el coronel Matías Ybarra, exmilitar jubilado a punto de cumpir 80 años que se enfrenta a tener viviendo a su casa a su nieto Nicolás, de 10 años. Y tienen un gato, Rudyard/Barraquito. Me ha hecho gracia porque dice que es un "gato Austria": "Siempre de negro hasta los pies vestido".

Vamos a ver cómo el coronel trata de mejorar la relación que casi no tuvo con su hijo cuando era niño. Y descubre que le gusta la relación con su nieto. "Nicolás resultó ser un animalito doméstico introvertido y vivaracho a la vez, casero y travieso"

Es alucinante que los padres manden al niño con el abuelo. Adelaida, la madre, es una pija de libro, insoportable, egocéntrica y, para mí, desagradable. Y Manuel, el padre, debe de ser inteligente, pero tuvo pocas luces en elegir a su pareja y luego vamos viendo que no toma las mejores decisiones a lo largo de su vida. Parece que da por hecho que las cosas van bien y que el dinero crece en los árboles o algo así.

Van apareciendo personajes muy peculiares a lo largo del libro y están todos ellos muy bien definidos. El autor va jugando con las palabras de una manera increíble para pitnarnos a los personajes y que parezca que los conocemos de toda la vida.

La filosofía del coronel es muy interesante y la vamos descubriendo a lo largo de toda la novela. Y hay una frase, entre muchas, que me ha gustado: "Y en mano nuestra queda el convertir las oportunidades en puntos de apoyo o en dejarlas pasar".

Cualquier novela de Álvaro Pombo sería recomendable, por lo que esta también lo es. Quizá no sea una novela de las que yo llamo "de playa", pero es muy agradable de leer.

Y cierro con una frase de Dª Nieves, que llegó a Madrid con 25 años a servir en casa del coronel y sigue allí como una más de la familia: "Estar bien en vez de mal es, en efecto, ni siquiera darte cuenta de que estás bien".


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