domingo, 17 de enero de 2021

La senda del rey (Rafaela Cano)

 Vamos allá... lamentablemente, no hemos empezado 2021 con la mejor elección. No es que la novela no esté bien. Le ha pasado lo que a mí con mis piedras del riñón: es una cuetión de gestión de las expectativas. Considerando el tema del libro, yo esperaba otra cosa.

Todo gira en torno al decreto de expulsión de los moriscos de España, en el año del Señor de 1609, que ya les vale... Y va Felipe III y sale en procesión para festejarlo... ¡qué cosas!

Es increíble cómo había que ser cristiano viejo y demostrarlo... pero ¡qué necesidad hay de esas cosas! Había muchos que se habían convertido hacía generaciones y otros que se habían convertido pero que solo se habían bautizado para no tener problemas... Y digo yo... ¿qué más dará?

Cuando les echaron, si no se iban a tierras cristianas no se podían llevar a los peques menores de siete años para que no dejaran de ser cristianos... Pero, vamos a ver, ¿no les expulsas porque no lo son? Pues los niños tampoco lo serán... ¿te los quedas para convertirlos? Pues lo vas a hacer genial si les separas de sus padres.

Bueno, queda claro que no estoy nada de acuerdo... me parece un sinsentido.

En fin, que yo pensaba que se iba a dar más importancia al tema, pero en realidad es una novela bastante rosa que nos narra la historia de Tristán, hijo del sedero de Magacela (Bartolomé de la Peña) y Mencía, la hija de Ezequiel, el Morero.

El sedero y la familia tienen que salir del pueblo por el decreto de expulsión y se llevan a Mencía (su padre había fallecido), que es cristiana vieja... La que se lía es pequeña... Porque la envidia es muy mala y otra muchacha que estaba enamorada de Tristán, les delata.

Hay empiezan todas las vicisitudes de esta pareja que va dando bandazos de un sitio a otro hasta ver si es posible que se vuelvan a unir.

La novela nos da la opción de conocer diferentes personajes de todos los ámbitos de la sociedad y vemos qué palos había que ir tocando para conseguir diferentes cosas... Y lo retorcidos que eran ya, que no pensemos que somos únicos.

Me ha hecho mucha gracias encontrarme con Mercedes Cortés, la esposa de don Alfonso de Silva, un gran amigo de Bartolomé de la Peña. ¿Por qué? Pues porque mi amiga de toda la vida se llama Mercedes Cortés... y se me quedaron los ojos como platos. La del libro es descendiente de Hernán Cortés, así que tendré que preguntarle a mi Mercedes si sabe algo de eso...

Uy, uy... No sé por qué me voy encontrando con gente que sufre cólicos nefríticos... debe de ser una señal. Aquí hay un médico que tiene un remedio "Así que le dijo que tomara infusiones de altramuces e hinojo para ayudar a expulsar las arenillas". Voy a tener que buscarlo porque me parece que me va a hacer falta una temporadita...

Hay varios personajes que me caen bien, y uno de ellos es fray Jerónimo, superior del convento dominico de Santo Domingo de Llerena, que en un momento dado dice: "...se preguntaba qué llevaba al hombre a hacer daño a sus semejantes"

Voy a cerrar ya. Es una novela que se deja leer pero, como ya decía, no es lo que yo esperaba y quizá pro eso me ha decepcionado un poco.

Pero deja cosas interesantes, la verdad, y voy a dejar una de ellas: "El tiempo es el mejor de los bálsamos, lento pero eficaz, el único capaz de cicatrizar las peores heridas, que son las del alma y las del corazón".

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