sábado, 6 de julio de 2019

Las mujeres de la casa de las lilas (Marthe Hall Kelly)

No sé muy bien qué me llevó a empezar este libro, la verdad, pero supongo que sonaba bien... Y me ha gustado bastante. No creo que sea el que más recomiende del año pero es cierto que se deja leer muy bien y que me ha enseñado muchas cosas.

Lo he empezado con un poco de aprensión porque me he dado cuenta de que gira en torno a la Segunda Guerra Mundial. No es que yo tenga ningún problema con eso, no, pero es que son tantos ya los libros en torno a lo mismo, que resultan un poco "demasiado". No quiero decir con eso que no sea bueno que se escriba sobre el horror de la guerra, no. Eso me parece bien, pero... no sé... Me pasa lo mismo con la Guerra Civil española... Bueno, eso son cosas mías...

En la novela, vamos a conocer la historia de 3 mujeres (muchas más, pero fundamentalmente, tres). Por un lado, conocemos a Caroline Ferriday, de 37 años, que tiene un "puesto voluntario de directora de asistencia familiar en el consulado francés" en Nueva York... eso sí, sin cobrar. Por otro lado, tenemos a Kasia Kuzmerick, de 19 años, polaca, que acaba en el campo de Ravensbrück. Y. por último, a Herta Oberheusen, de 25 años, que termina siendo médico en ese mismo campo de concentración.

Y, al final, me he enterado de algo muy interesante: "... está basado en una historia real. Caroline Ferriday y Herta Oberhauser son personajes reales. También lo son todos los miembros del personal de Ravensbrück que se mencioann aquí, los padres de Herta y los de Caroline. Kasia Kuzmerick y su hermana Zuzanna están basadas libremente en Nina Ivanska y su hermana doctota Krystyna. Ambas fueron operadas en el campo".

La historia es francamente llamativa. Cómo Herta pasa de ser una muchacha "normal" a pensar que lo que es "normal" es lo que se hace en el campo. Entrecomillo normal porque entiendo que ser normal en aquellos momentos en Alemania tenía su dificultad, con cosas como: "Yo no me maquillaba porque estaba prohibido por ley"o "No se le permitía asistir a los campamentos juveniles a ningún joven de bajo valor racial, así que allí todos eran atractivos y de pureza racial garantizada". Y el cartel a la entrada del campamento: "RECORDAD QUE SOIS ALEMANAS ¡MANTENED LA SANGRE PURA!".

La evolución de pensamiento de Herta es impresionante...

Por otro lado, la vida en el campo de concentración pone los pelos de punta. Por mucho que se haya visto o leído sobre los campos, yo no puedo evitar que se me encoja el corazón. Podría comentar muchas cosas, pero lo que más me ha llamado la atención es lo que hicieron con algunas de las chiquillas para demostrarle al Führer que los tratamientos con sulfamidas no eran buenos. Las operaban y "habíamos preparado objetos para introducir en las heridas con el objetivo de simular heridas de guerra: clavos oxidados, astillas de madera y cristal, gravilla y una mezcla de tierra del huerto con un cultivo de baterias Clostridium tetani".

Después de vendarles las heridas con aquello dentro para que se produjera una buena infección, el resultado era monstruoso... tanto que a las chiquillas las llamaban las "conejas". No solo porque las trataban como conejillos de indias, sino porque iban por el campo dando saltitos... ¡qué espanto!

Bueno y, además, el campo se había construido para unas siete mil presas y llegó a haber cuarenta y cinco mil...

Pero es que, las pobres polacas salieron del campo, las llevaron a Suecia y cuando llegaron de nuevo a su casa, se encontraron con el régimen soviético. Eso es lo que se llama salir de Guatemala para llegar a guatepeor... (frivolizando muchísimo, por supuesto)

La intervención de Caroline es muy curiosa... altruista desde el principio hasta el final... Pero eso ya hay que leerlo porque no lo voy a contar aquí. Merece la pena.

No sé muy bien por qué, pero el libro se me ha hecho un poco largo. No es que no me haya gustado, pero hay partes que se me han escapado un poco. Probablemente el problema lo tenga yo, por supuesto... Es posible que no haya sido mi mejor momento para leerlo. Y, sin embargo, tengo que decir que está bien.

Cierro con una frase de Lord Byron que me ha llamado la atención: "Los que están ocupados no tienen tiempo para las lágrimas"

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