sábado, 1 de abril de 2017

El cazador de la oscuridad (Donato Carrisi)

Este es uno de tantos libros que leo por casualidad porque siempre llego tarde a hacer mi pedido de Círculo de Lectores. Tengo loco a mi pobre agente porque siempre se lo pido tarde y elijo, casi, casi el primero que veo...

Y con este acerté...

Se trata de un "thriller eclesiástico" (denominación que creo que me he inventado yo) y a mí eso me encanta...

Nuestro prota es Marcus, un penitenciario, acompañado por Clemente, Sandra Vega y... Battista Erriaga.

En realidad, la trama se desarrolla en Roma donde hay que resolver una serie de crímenes que comete un asesino en serie. Hasta ahí ya sería muy interesante porque no es nada sencillo pero, por detrás, hay una lucha entre el bien y el mal que sobrevuela toda la novela que es, o ha sido para mí, fascinante. "El mal no es una idea abstracta. El mal es una dimensión"

¿Por qué he dicho que Marcus es un penitenciario? Porque a mí me sorprendió y luego nos lo explica el autor en la novela: "Existen algunas categorías de crímenes que llaman la atención de la Iglesia. Se diferencian porque contienen una anomalía. Durante siglos, esa anomalía ha recibido diversas definiciones: mal absoluto, pecado mortal, diablo. Pero no son más que tentativas imperfectas de denominar algo que es inexplicable: la recóndita maldad de la naturaleza humana. Desde siempre, la Iglesia busca los crímenes con esta característica, lo analiza, los clasifica. Para hacerlo, se sirve de una categoría especial de sacerdotes: los penitenciarios, loa cazadores de la oscuridad"

Y ahí entra Marcus, un sacerdote con un pasado "peculiar" y un presente lleno de dudas, con una fe profunda y una capacidad de ver un poco más allá. Y todo eso le hace un personaje maravilloso (al menos para mí, por supuesto)

Clemente, su "supervisor" es otro personaje interesante que deja muchas perlas a lo largo de la historia... "Bien y mal nunca son categorías definidas. A menudo es necesario decidir qué es lo uno y qué es lo otro. El juicio depende de nosotros".

No pienso contar nada de la novela porque es sorprendente, pero sí  que cuenta cosas muy curiosas sobre Roma y en especial, las leyendas del Coliseo, que dicen que podría ser un templo diabólico donde se reunían sectas satánicas  y se llamaría así por "Colis eum?" (¿lo adoras?)... Se pone la carne de gallina.

Otra de las cosas que me han hecho abrir los ojos hasta que casi se me salían de las órbitas es el Instituto Hamelin, donde llevan a niños que han cometido crímenes... Escalofriante. Hay que leerlo pero hay tres niños, los "niños de viento" que arrojaban piedras desde un puente a los coches que circulaban por debajo. Me ha hecho sentir fatal porque una profesora mía de Geografía de 2ª BUP (ya ha llovido...), la señorita Laura, vio como fallecía así su hermano, su cuñada y creo recordar que uno de sus sobrinos... Recuerdo cuando nos enteramos, siendo unas crías, que no podíamos pensar que nadie hiciera eso por hacerlo, por diversión... Han pasado unos 35 años desde entonces, y aún sigo sin poder comprenderlo...

No me quiero alargar más, pero la novela merece la pena y mucho. Se pasa un rato fantástico y da para muchas reflexiones posteriores. No se puede dejar de prestar atención a la charla, casi al final, con Sandra, en relación con la necesidad de que siga habiendo parte de maldad en el mundo...Intreresante.

Y cierro con una frase que apunté en grande mientras lo leía... Ayer vi que una buena amiga, Maribel, ha cambiado su foto de Whatsapp y ahora pone "La vida debería ser amarilla: AMAR-Y-YA" (a ella le va como anillo al dedo, porque su color es el amarillo y porque derrocha amor allá por donde va...). Y me ha venido ahora a la mente cuando iba a escribir la frase...

"La manera de capturar a una persona mala es saber cómo ama"


No hay comentarios:

Publicar un comentario