sábado, 22 de marzo de 2014

´La rubia de ojos negros (Benjamin Black)

Hace un par de semanas ha sido mi aniversario de bodas... ¡16 años! ¡Cómo pasa el tiempo! ¡Y yo estoy igual de joven!

La cuestión es que mi marido, que es un cielo y siempre piensa en algo que me pueda gustar especialmente, ha visto este libro y ha dicho "¡este es mi producto!". Como era de esperar, ha acertado de pleno.

Me lo he pasado de maravilla con este libro, de verdad. Lo he disfrutado enormemente. Es recomendable al cien por cien.

Es muy curioso porque Benjamin Black es el seudónimo de John Banville, que, a la sazón, es irlandés... ¡qué cosas! Yo sigo convencida de que es el clima: como no pueden salir, tienen que escribir... Tiene que se por eso, si no, es imposible que haya tantos escritores irlandeses.

En fin, que esto es secundario. Lo importante es que los herederos de Raymond Chandler (que no era irlandés...) le han pedido al autor que escriba una nueva novela de Philip Marlowe. Impresionante... Y le ha quedado de maravilla, de verdad, parece que está escrita por Chandler y parece el mismo Marlowe de siempre... ¡Genial!

Por supuesto, tiene que gustar la novela negra, que es mi caso... Estas novelas no las leo, me las bebo... no puedo dejar de leer, me fastidia llegar a la estación de metro en la que tengo que bajarme, y no porque tenga que empezar a trabajar, sino porque quiero seguir leyendo. De hecho, esta novela la terminé por la calle antes de llegar a la oficina y casi me caigo delante de mi compañera, que se moría de risa cuando me vio.

Me gusta mucho esta novela negra, con detectives que tienen unos problemas personales muy especiales, que no tienen laboratorios que les den el ADN de todo los restos que aparecen en la scena del crimen,que no tienen móvil para llamar, grabar o fotografiar... Solo pueden confiar en su instinto, en su capacidad de conocer a las personas y, por supuesto, en sus puños y su capacidad de defenderse de los malos.

Y eso que Marlowe, que es genial en casi todo, no entiende para nada a las mujeres... (como casi cualquier hombre, por otro lado). Es muy curioso porque ahora nos parecería impensable que alguien pudiera fumar un cigarro tras otro en su despacho, y menos ofrecer un cigarrillo a su cliente... ¡Cómo cambian las cosas!

La prota, Clare Cavendish, es maravillosa, se mire por donde se mire, pero fría como el hielo. Por supuesto, tiene que tener un pequeño encuentro sentimental (o solo físico, nunca lo sabremos...) con Marlowe. Eso no era evitable y es necesario en la novela.

Hay personajes estupendos y quedan perfectamente retratados y parece que somos nosotros los que estamos con ellos tomando un cocktail y fumando un cigarro...

En fin, no me quiero extender más porque hay que leerlo para pasar un buen rato. Y, además, esto me ha hecho darme cuenta de que tengo que releer a Raymond Chandler un día de estos y que tengo que leer algo más de este autor, a quien yo no conocía hasta ahora pero que sí que quiero conocer un poco más.

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