lunes, 30 de septiembre de 2013

Dispara, yo ya estoy muerto (Julia Navarro)

Este libro lo tiene todo: la autora es una de mis favoritas y el tema es uno de los que me resultan más interesantes. El éxito estaba asegurado...

Me ha parecido fantástico, de verdad. Trata el tema del conflicto árabe-israelí en Palestina...¡ahí es nada! Pero lo trata de una forma muy agradable y sin regodearse en las partes más duras. Eso sí, tiene momentos duros, muy duros, en los ue a uno casi se le saltan las lágrimas.

Se narra la historia de 2 familias, una árabe y otra israelí que conviven durante varias generaciones enfrentándose a las situaciones más difíciles. Pasan por las dos guerras mundiales y por la creación del Estado de Israel.

Es muy curioso porque casi no se hace mención a la religión en ningún momento. De hecho, los judíos protagonistas de la historia ni siquiera quieren ser judíos.... Muy curioso. La lucha no es tanto de religión como de soberanía sobre la tierra.

En el libro se dice una frase: "Llegará un día en que la religión no separe a los hombres". A mi modo de ver, eso sería fantástico pero siempre he pensado que las luchas no son tanto por la religión como por la posesión de bienes materiales: las cruzadas abrieron la ruta de la seda, los cristianos en la reconquista querían sus tierra (independientemente de la religión de los "invasores") y a los judíos se les expulsaba porque tenían dinero... Me estoy metiendo en un jardín. Esto daría para mucho y yo no tengo lso conocimientos suficientes para defender una teoría que, en mi caso, es solo eso: una teoría y una idea después de haber leído bastante. Pero nada más.

También Isaac, el padre de Samuel, dice en un momento: "Algún día, Samuel, a nadie le preguntarán en qué cree o a quién reza, y todos los hombres seremos iguales". Y dice además de los judíos: "No somos diferentes, Sauel; son los otros los que se empeñan en vernos diferentes".

Y, más adelante, Samuel, ya adulto, le dice a su amigo Ahmed: "Me parece absurdo que lso hombres nos peleemos por creer que el Dios al que rezamos es mejor que el Dios de los otros". Verdaderamente, estas son frases para reflexionar y para meditar.

Mucho más adelante, Miriam, esposa de Samuel y madre de Ezequiel, uno de los narradores de la historia, le dice a su hijo: "Solo te pido que no odies a nadie y que no te creas diferentea los demás. Rezar de manera diferente no nos hace diferentes". ¡Qué sabias son las madres!

Pero no solo los protas judíos de esta historia tienen esta forma de pensar. En un momento dado, Wädi, nieto del Ahmed al que mecionaba antes dice: "Solo un demente puede pensar que una raza es mejor que otra." Y esto nos lleva a nosotros a pensar que en este mundo aún quedan muchos dementes de esta clase, claro.

Y Ezequiel simplifica el conflicto en una frase que yo creo que encierra una gran verdad: "Lo que nos falta a los judíos y a los árabes es ponernos en la piel del otro".

Los personajes de esta novela son increíbles, de verdad. No sabe uno por quién decantarse. Están extremadamente bien retratados y se cuentan episodios de la vida cotidiana que hacen que uno se sienta como en casa con ellos tomando un té o charlando por la tarde.

Hace, además, un recorrido por la historia europea puesto que el libro comienza en Rusia cuando empiezan los pogromos contra los judíos a finales del siglo XIX. Se pasa por la Rusia de los zares, por la revolución bolchevique, por las guerras mundiales... pero a Palestina siguen llegando judíos en busca de su tierra original y los árabes, también originarios de allí empiezan a verles como enemigos.

Y frases para destacar las tiene todas... Ezequiel es genial y dice algo muy interesante: Le reconocí que me sentía avergonzado porque había luchado en cuatro guerras, pero no había sido capaz de librar el combate más importante, el de la paz".

Creo que no tengo que decir que me ha gustado muchísimo y que he disfrutado cada minuto que he estado leyendo. Podría seguir y seguir, escribiendo más frases de las que me han gustado o hablando de todos los personajes a los que aún no he mencionado: Kassia, Mohamed, Salma, Aya, Ben, Yusuf, Louis, Igor, Marinna.... Son un montó y uno termina sintiéndose parte de su entorno.

Pero sí quiero acabar con una frase de Gustav Goldanski, judío ruso que acoge a Isaac y a us hijo Smuel tras la muerte del resto de su familia. "No estoy seguro de que Dios haya dado instrucciones sobre tantas pequeñas cosas hasta organizar cada hora de nuestras vidas. Creo que espera otra cosa de nosotros. Es más difícil hace el bien, mostrarse generoso con quien nada tiene, sentir piedad por los que sufren, ayudar a los que lo necesitan... Esa es la manera en que intento honrar a Dios y no os diré que siempre lo consigo. Solo soy un hombre"

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