martes, 7 de mayo de 2013

El mito de Júpiter (Lindsey Davis)

Este libro es la decimocuarta novela de Marco Didio Falco. Para todos los que no las conozcan, es una colección estupendísima cuyo protagonista, Falco, es un informate-detective del Imperio Romano.

Yo he leído bastantes, la verdad. En un momento dado, hace mucho tiempo, alguien se lo recomendó a mi hermana y se compró el primero. De ahí al segundo pasaron pocas semanas y seguimos leyendo las dos varias de las novelas.

Ahora hacía tiempo que no leía ninguna y he elegido esta porque sabía que no la había leído, aunque sé que (en contra de mis principios) me he dejado varias sin leer. No es que pase nada, claro, porque cada una tiene su historia independiente pero los protagonistas habituales van cambiando de vida y, si no se sigue el orden puede pasar lo que me ha pasado a mí, que me he encontrado a Falco con 2 hijas pequeñas, cuando yo le había dejado a punto de casarse...

Es una novela entretenidísima, que se desarrolla en Liondinium y hay que decir que el protagonista no tiene muy buena opinión ni del clima, ni de la nueva provincia romana ni, desde luego, de su comida: "... mi estómago estaba digiriendo su deficiente comida britana.". Falco, como buen romano, aprecia el vino y no es muy amigo de la cerveza: "¡Esta porquería de los celtas reventará en tu panza, Silvano!".

Comenta cosas muy curiosas como eso de que "... el centurión disimulaba su propia ineptitud moviéndose despacio, hablando poco y haciendo menos aún". Pensándolo un poco, seguro que todos conocemos a más de uno así ¿o no?

También tiene un concepto curioso de los empleados de hostelería: "Para servir al público es necesario un tipo especial de persona: antipática, obtusa, imprecisa con el sistema monetario y muy sorda cuando se la llama."

La trama es muy divertida. Tiene que investigar el asesinato del favorito del rey de Britania, con la mala suerte de que está allí de vacaciones y no tiene ninguna gana de meterse en jaleos. Por supuesto, pasa un poco de todo y aparecen los personajes habituales: Elena Justina (su mujer), Maya (su hermana pequeña) y Lucio Petronio Longo (su mejor amigo, que es miembro de los vigiles romanos).

Nos hace un retrato exquisito de la sociedad romana, cómo se mueven, qué costumbres tienen, qué cosas les gustan y nos damos cuenta de la cantidad de cosas que hemos heredado de ella: "...yo era un hombre libre: tenía derecho a votar, a hacer trampas con mis impuestos y a fastidiar a mis esclavos."

No es posible contar exactamente qué pasa. En realidad, sí lo es, pero no debo de hacerlo por si alguien lo va a leer (cosa que recomiendo encarecidamente). Lo que sí puedo decir es que se pasa un rato formidable leyendo esta novela pero, si alguien quiere empezar con Falco, que empiece por la primera para conocerle un poco porque la autora lo retrata fenomenalmente bien.

Y, para cerrar, considerando que el domingo fue el día de la madre, voy a dejar una frase de Falco que vale para la sociedad romana y para cualquier otra hasta el momento actual: "...toda matrona romana sabe que los consejos domésticos fueron ideados por nuestras destacadas madres solo para que las opiniones de la matrona de una casa prevalecieran".

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