domingo, 17 de abril de 2016

La sombra del viento (Carlos Ruiz Zafón)

Ya hace muchos años que leí el libro por primera vez. De hecho, lo leí en una edición malísima que mi hermana regaló a mi madre y que iba perdiendo páginas conforme uno las iba leyendo... ¡se caían sin más!

Ahora mi hijo mayor ha tenido que leerlo en clase (buena elección del cole, esta vez sí) y he pensado que lo podía releer  yo. He de decir que ya teníamos en casa otra edición mejor que la primera que to leí, pero no había encontrado el momento de leerlo de nuevo.

Y la experiencia ha sido mejor que la primera... ¡Me ha encantado otra vez! Lo bueno de releer un libro es que la trama ya la conoces y puedes recrearte en detalles que pudieron pasar desapercibidos en la primera lectura...

Hay varias historias entrelazadas que no coinciden ni en el espacio (algunas partes sí) ni en el tiempo, pero podemos decir que la trama principal se desarrolla en torno a 1945 en Barcelona.

Y a mí, lo que más me gusta de todo es el Cementerio de los Libros Olvidados: "Este lugar es un misterio, Daniel, un santuario. Cada libro, cada tomo que ves, tiene alma. El alma de quien lo escribió y el alma de quienes lo leyeron y vivieron y soñaron con él. Cada vez que un libro cambia de manos, cada vez que alguien desliza por sus páginas, su espíritu crece y se hace fuerte".

Ahí es donde nuestro prota, Daniel, encuentra La sombra del viento un libro escrito por Julián Carax que va a cambiar su vida completamente.

La novela es muy interesante, con una trama muy bien hilada, que no se pierde en ningún momento y que nos tiene absolutamente enganchados desde el principio hasta el final.

Pero, por supuesto, no lo voy a contar, porque hay muchísimas cosas que se pueden resaltar sin que desvelemos nada en absoluto.

En un momento dado, dice: "En una ocasión oí comentar a un cliente habitual en la librería de mi padre que pocas cosas marcan tanto a un lector como el primer libro que realmente se abre camino hasta su corazón". Y es una gran verdad. Lo he pensado y es cierto. Es posible que ya haya comentado en alguna otra reseña que mi libro favorito es El conde de Montecristo. ¿Por qué? He leído muchísimos y seguro que muchos son mejores pero este es para mí muy especial. Lo leí siendo jovencita en una edición muy antigua que había en casa y que había sido de mi abuelo. Además de que la historia es muy buena, el libro olía de maravilla, y creo que me enamoré del protagonista, de la novela y del libro físico. Nunca lo he releído completo... me da miedo, mucho, defraudarme. Tengo en casa otra edición más moderna (y seguro que más cómoda de leer) que me regaló mi marido sabiendo lo que el libro significa para mí pero aún no me he atrevido...

En esta novela, los personajes son magníficos. Daniel es increíble y su padre, muy entrañable. Me encanta Gustavo Barceló, que disfruta hablando con esdrújulas... (y me ha recordado la canción esdrújula que yo cantaba cuando era montañera, sobre una cítara que se tocaba en noches lúgubres...). Por supuesto, Julián Carax, claro... Y Nuria, que trabajaba en la editorial que editaba los libros de Julián y es hija de Isaac el responsable del Cementerio de los Libros Olvidados.

Pero, Fermín Romero de Torres se lleva la palma en mi corazón... ¡qué personaje tan maravilloso! Y en el fondo, un poco misterioso. Y me encanta porque tiene una forma de pensar increíble. Su reflexión sobre la televisión, que estaba entonces dando sus primeros pasos, no se puede pasar por alto: La televisión, amigo Daniel, es el Anticristo y le digo yo que bastarán 3 o 4 generaciones para que la gente ya no sepa ni tirarse pedos por su cuenta y el ser humano vuelva a la caverna, a la barbarie medieval y a estado de imbecilidad que ys superó la babosa allá por el Pleistoceno. Este mundo no se morirá de una bomba atómica como dicen los diarios, se morirá de risa, de banalidad, haciendo un chiste de todo y además, un chiste malo."

O lo que piensa del dinero: "El dinero es como cualquier otro virus: una vez pudre el alma del que lo alberga, parte en busca de sangre fresca".

Por otro lado, me ha llamado la atención un comentario de la portera de la casa en la que vivió Julián con sus padres. Al parecer, el Sr. Fortuny tenía la mano un poco "ligera": "Yo ya entiendo que a veces el marido tienen que pegar a la mujer para que le respete, no digo que no, que hay mucha golfa y las mozas ya no suben como antes, pero es que a este le gustaba zurrarla porque sí," Es impresionante porque realmente creían que eso era así. Y no estamos hablando de la Edad Media, es a mediados del S XX, y faltaban pocos años para que naciera yo... Para reflexionar... y mucho.

Otra cosa que me ha hecho pensar es un comentario de Nuria: "A veces nos creemos que las personas son décimos de lotería;: que están ahí para hacer realidad nuestras ilusiones absurdas". Y eso es también verdad si lo pensamos un poquito. Creemos que tenemos derecho a muchas cosas por parte de los demás y no nos damos cuenta de que, efectivamente, no son décimos de lotería...

No me alargo más. Es un libro para degustar, sí, para saborear... como si fuera una comida maravillosa. Hay que sentarse y disfrutarlo porque da muchísimo de sí...

Termino con uno de los últimos párrafos del libro, que me ha encantado pero que espero que no se haga realidad: "Bea dice que el arte de leer se está muriendo muy lentamente, que es un ritual íntimo, que un libro es un espejo y que solo podemos encontrar en él lo que ya llevamos dentro, que el leer ponemos la mente y el alma, y que esos son bienes cada día más escasos."

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