miércoles, 8 de octubre de 2014

Los cuerpos extraños (Lorenzo Silva)

Ya conocía yo al brigada Bevilacqua de otra ocasión y no podía perderme este nuevo libro.

Lo primero, primerísimo, me lo he pasado de maravilla: la historia es buenísma, los personajes son estupendos y el autor escribe de maravilla y se deja leer fantásticamente bien.

Rubén Bevilacqua, Vila para los amigos, es un brigada de la guardia civil que se encarga de homicidios, acompañado por la sargento Virginia Chamorro. También se suelen llevar a Arnau pero el pobre, es guardia y le toca lo más cansino siempre.

A mí la Guardia Civil es una institución que siempre me ha gustado y que siempre me ha inspirado muchísimo respeto, con lo que ya parto de una fuerte base para que los protagonistas de la novela me caigan de maravilla. He aprendido algo interesante: "Francisco Javier Girón, más conocido como el duque de Ahumada, que no fue el fundador pero sí quien organizó la Guardia Civil, descendía por una parte de un maestre de la orden de Calatrava, racia nobleza castellana, y por otra, del emperador Moctezuma".

Y me encanta la divisa informal y tradicional: "Vista larga, paso corto y mala leche"

En esta novela, tienen que investigar la muerte de Karen Ortí Hansen, joven alcaldesa de una ciudad de la costa mediterránea. Es muy interesante porque hay una importante trama política, mezclada con una trama que involucra al crimen organizado italiano (con blanqueo de dinero de por medio), todo aderezado con que la alcaldesa era sexualmente muy liberal y aun estando casada, tenía relaciones con otros hombres y otras mujeres. ¡Increíblemente complicado!

A la operación la bautizan como "operación Freya" que es una diosa nórdica del amor, la belleza y la fertilidad. El nombre se lo ponen porque la madre de la alcaldesa es danesa pero a Bevilacqua no le gusta un pelo eso de bautizar las operaciones. Por lo visto habían tenido problemas en otra ocasión porque un espabilado le puso "operación Churrasco" a una investigación que se inició a partir de un cadáver carbonizado...

Además de los protagonistas, aparece el juez Limorte, que es un personaje estupendo, aparentemente más colaborador que otros en su lugar, que resulta muy agradable cada vez que aparece porque presenta a los jueces como seres humanos y no como personajes encumbrados por encima del resto de los simples mortales.

También es curioso Manuel Miralles, el concejal de urbanismo, por supuesto, sospechoso de llevarse comisiones... Según la definición de Vila: Me encontraba ante un vendedor nato, uno de esos hombres que saben que ganarse la voluntad ajena es un arte que exige un sutil equilibrio entre estar siempre disponible y nunca darse del todo al cliente".

Chamorro es genial. En esta novela lo está pasando "regular" a nivel personal pero hace comentarios muy incisivos cuando quiere: "Le ha costado, pero al fianl lo ha comprendido y me ha enviado el informe. Me temo que no es rubia auténtica".

A Vila no le gustan mucho los abogados, la verdad y el marido de su prima lo es, con lo que sus comentarios con respecto a él no dejan lugar a ninguna duda: "...tenía, como todos los individuos de formación leguleya, una opinión sobre todo y la tendencia a expresarla con muchísimas más palabras de las estrictamente indispensables". Y también nos explica: "Dicen que el abogado que se asesora a sí mismo tiene por cliente y abogado a un imbécil".

Me ha gustado mucho una reflexión que hace sobre la mentira: "Todas las ventajas que la mentira parece aportar, grandes o pequeñas, se trocan en inconvenientes que superan los beneficios si la mentira sale a la luz. Y si no sale, está la fatiga de cargar con ella, que ya es en sí una penalidad".

Voy cerrando ya: es un libro muy, muy recomendable, con un lenguaje muy cuidado y muy fácil de leer, lo que se le agradece al autor, sobre todo cuando hay tantos libros en los que la historia, buena o mala, es lo que prima y no se cuida el lenguaje lo más mínimo.

Para terminar, no cierro con una cita para reflexionar sino con una que me ha hecho mucha gracia y que me apetece dejar aquí como final, porque seguro que nos ha pasado a todos alguna vez: "Por un momento deseé que la tierra me tragara, pero ya se sabe que la tierra atiende ese ruego muy rara vez y cuando a ella le da la gana, no cuando uno tiene necesidad."

No hay comentarios:

Publicar un comentario