martes, 17 de diciembre de 2013

Lo que escondían sus ojos (Nieves Herrero)

No tenía intención de leer este libro, la verdad. Nieves Herrero, al margen de ser una gran profesional, cosa que no pongo en duda, es una persona que no me cae especialmente bien. No tengo razones especiales porque nunca he seguido sus programas pero sí tuve la desgracia de ver parte del programa en el que se trataba el tema de las pobres niñas de Alcasser y me pareció lamentable. Ahí acabó mi relación con ella.

Pero el libro ha caído en mis manos y lo he tenido que leer. Y tengo que decir que está muy bien. Narra la historia del amor prohibido entre Sonsoles de Icaza, marquesa de Llanzol, y Ramón Serrano Súñer, cuñado de Franco y Ministro de Asuntos Exteriores tras la Guerra Civil.

Al parecer, sí fue una relación sonada en Madrid, fruto de la cual nació una niña, Carmen Díez de Rivera, que llevó el apellido del marqués de Llanzol pero que él mismo sabía que no era suya. Curiosamente, ella no supo que su padre era Serrano Súñer hasta que se enamoró de uno de sus hijos y se lo tuvieron que contar... ¡Qué cosas!

La historia se desarrolla sobre todo en Madrid y alterna la historia rosa de la relación entre los dos protagonistas, con la situación, delicadísima, de España frente a la II Guerra Mundial. Narra las entrevistas con Hitler, la formación de la División Azul y su entrada en combate... Y cómo se veían las cosas desde el punto de vista de la alta sociedad española del momento, que era monárquica en su mayor parte y aún confiaban en que Franco permitiera que Alfonso XIII volviera a casa.

Eso sí, los protagonistas no se hacen querer en absoluto. El único protagonista agradable es Francisco de Paula, el marqués de Llanzol. Ni la marquesa, ni Serrano Súñer... ni ninguno más. Son todos bastante fríos y bastante calculadores. Bueno, podemos salvar también a Zita, la mujer de Serrano: esta sí es maja, la verdad.

Es posible que el libro sea un pelín largo, pero se lee bien y es interesante. Por supuesto, es una visión muy sesgada de la posguerra porque las personas que aparecen no pasan las necesidades que pasó la inmensa mayoría de la población (fuera del color que fuera). Pero resulta cómodo de leer y creo que da opción a aprender muchas cosas.

También hay frases que se pueden resaltar como lo que decía Juan March: "Todo hombre tiene un precio y si no lo tiene, es que no lo vale". Esta frase la he dejado aquí por dos razones. La primera porque la dijo Juan March, que a mí siempre me recuerda a la Fundación del mismo nombre a la que íbamos las compañeras de colegio a escuchar conciertos. Sería banquero, claro, pero yo lo relaciono con la cultura. La segunda razón  es que es una frase con la que yo nunca he estado de acuerdo. Soy así de simple y de idealista: estoy segura de que hay gente que no tiene precio.

Otra frase que me ha gustado es de José Antonio Primo de Rivera: "La soberbia, además de gran pecado, es algo despreciable, de lo que están dotados los hombres inferiores y más aún los asnos que, a las buenas razones, contestan con coces". Creo que no tiene desperdicio.

Me ha llamado la atención que, al parecer, desde 1937, Franco tenía siempre con él el brazo incorrupto de Santa Teresa recubierto de plata. Por lo visto, lo tenía al lado de su cama y era lo primero y lo último que veía cada día. En fin,... no sé..., yo habría colocado un cuadro... no sé si me gustaría ver todas las mañanas el brazo incorrupto de alguien, aunque ese alguien fuera Santa Teresa, que me merece toda devoción como santa y todo respeto como escritora.

Y otra cosa genial, que no sé si es cierta pero que me encantaría que lo fuera: Cuando Himmler llegó a España a preparar la entrevista de Hitler con Franco, se quedó un poco más de tiempo y se fue a Barcelona. Y, en el hotel Ritz... le robaron un maletín con documentos... ¡Me encanta! Al parecer quiso ir a Barcelona porque estaba seguro de que el Santo Grial estaba en una de las cuevas de Montserrat. No sé si la anécdota es real pero sí había leído en otras ocasiones que Himmler estaba obsesionado con al búsqueda del Santo Grial...

Es un libro que se deja leer muy bien, que trata un tema muy manido pero lo trata desde un punto de vista diferente y lo adereza con una historia de amor que resulta muy interesante.

Para acabar, una frase de Carmen Díez de Rivera: "El delito no es nacer, sino hacer nacer". Muy curioso...

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