viernes, 15 de noviembre de 2013

La boda de Kate (Marta Rivera de la Cruz)

Yo ya había leído algo de esta autora porque fue finalista del Premio Planeta hace unos años y sé que me gustó. Pero ella colabora en un programa de radio que escucho por las noches mientras estoy en la cocina. Y recomienda libros con un criterio muy acertado (para mi gusto).

Hace unas semanas, el conductor del programa dijo que también había que dar un poco de coba a la propia Marta Rivera de la Cruz porque publicaba nuevo libro. Y me dije: "Eso es cosa tuya, Mari Cris". Y me lo he leído, claro.

Lo primero que hay que decir es que me ha encantado. Da gusto leer algo entretenido, bien escrito, con una trama agradabel, sin estridnecias, con humor permanente... Vamos, un lujo.

La historia gira en torno a una inglesa, Kate Salomon, que tras una vida un poco anodina, aterriza en Ribanova, una ciuadd del norte de España (Marta Rivera de la Cruz sitúa ahí más de una de sus novelas). El día que cumple 71 años aparece Forster Smith, un atiguo amigo/amor que se presenta a pedir su mano.

A partir de ahí hay que pensar, decidir, organizar,... Pero sobre todo, disfrutar de las sensaciones.

Los personajes son "ideales de la muerte". De verdad, son geniales. Las compañeras de casa de Kate, Anna Livia y Shirley son auténticas; Forster Smith es un caballero con todas las letras; su hijo David, un erudito engreído maravilloso; Laura, la sobrina de Kate, la dulzura y la timidez dentro de un personaje; Ahmed, un cielo se mire por donde se mire; y Jeffried... mi favorito. Sin olvidarnos de Kate, por supuesto, que es maravillosa.

A mí se me puso la sonrisa en la cara cuando empecé a leer y no se me quitó hasta que no terminé la novela. Utiliza un vocabulario muy rico pero muy coloquial y los personajes hablan como hablaríamos nosotros si estuviéramos en esas situaciones.

Además, la autora emplea expresiones con las que me identifico muchísimo porque sería la forma en que yo lo diría si tuviera la soltura suficiente para escribir: "Kate Salomon lloró y sufrió y se lamentó. Era lo que hay que hacer tras un desengaño sentimental, y pobre del que piense lo contrario"; "Kate Salomon lloraba por ella misma, por las oporutnidades perdidas y por su absoluta inoerancia a la hora de gestionar eso que algunos llaman felicidad".

Me ha encantado la forma de hablar de las fotos de la boda de Kate (de la primera, cuando era más jovencita). Dice que el álbum es "un lugar al que volver cuando necesitasen dar un paseo por la nostalgia". Claro que, hay que temer en cuenta que "por supuesto, la familai les hizo el mismo caso que suele hacerse al aburridísimo material post luna de miel que conservan todas las parejas: ninguno".

Me ha hecho mucha gracia una frase de Forster: "Alguien debería decir a las mujeres mayores que se ponen bótox que no parecen mujeres jóvenes, sino mujeres mayores se se han puesto bótox"

Y tengo que confesar que me siento alma gemela de Anna Livia frente a la pastelería de Alejo Pelayo: "Anna Livia se prometió a sí misma que si alguna vez se anunciabe el advenimiento del fin del mundo, entraría en aquel paraíso de golosinas armada con una cuchara y probaría todos y cada uno de los dulces que había detrás del mostrador".

También me encanta cuando habla de "...dar cuenta de aquella mezcla de huevo y patata frita que a Jeffried Ruskin seguía pareciéndole un prodigio misterioso e irrepetible. ¿Por qué demonios, si en todas partes del mundo se podían encontrar patatas y huevos, solo en España se preparaba tortilla española?" (Reflexión interesante a tener en cuenta...)

En fin, podría seguir y seguir porque he disdfrutado enormemente esta novela. Es muy recomendable: mucho.

Quiero acabar con una frase de Juan Sebastián Arroyo, amigo de Albert Salomon (a la sazón, tío de Kate), que me ha gustado mucho: "Ojalá algunas personas entendieran que no se puede caminar hacia el futuro con los zapatos llenos de piedras".

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