domingo, 22 de septiembre de 2019

El último barco (Domingo Villar)

Estoy muy enfadada conmigo misma... Cuando me regalaron este libro, que es una maravilla y me ha encantado, me di cuenta de que ya había leído otro de este autor... pero no encontraba la reseña. Además de reseñar en el blog, tengo una libretita con los libros que leo, indicando la fecha de inicio y la de fin... pues tampoco estaba. Me puse a buscar en el libro electrónico y me encontré con que sí, efectivamente había leído La playa de los ahogados y, por alguna razón, se me ha escapado. Ya lo volveré a leer... porque sé que me gustó mucho.

Ya está, ya me he desahogado... Ahora vamos al lío...

No se puede dejar de leer esta novela. Es larga, sí, pero se hace cortísima. Es de estos libros que quieres que se acaben para ver qué pasa, pero no quieres que se acaben nunca porque lo estás disfrutando muchísimo.

Los personajes son maravillosos. Nuestro prota, el inspector Leo Caldas es un encanto. Acaba de salir de una relación y anda un poquillo descolocado pero es sensato, sereno, tranquiliza mucho... Y está su padre que es lo mejor de lo mejor... ¡qué personaje tan encantador! Lo mejor es que tiene un libro que va completando poco a poco, el "libro de los idiotas" en el que va apuntando los idiotas que conoce. A mí, de verdad, me ha dado una idea...

El ayudante del inspector es también fantástico, Rafael Estévez. Es un maño que ha terminado en Vigo por cuestiones disciplinarias y no termina de encajar. Y eso sí, tiene un superpoder: los perros le odian. Es increíble... perro que le huele, se vuelve loco... ¡me encanta!

En este caso, Mónica Andrade, hija del Dr, Víctor Andrade, desaparece. Su padre, hombre de gran prestigio, cree que tiene más derecho que nadie a que su caso se lleve un poco como él quiere... Y Leo Caldas va poco a poco viendo qué situación tenía la chica y qué puede haber pasado.

Nos lleva a conocer a sus vecinos, a sus compañeros en la escuela en la que era profesora de cerámica y, lo mejor, conoceremos a Napoleón y a Timur. ¿Qué quiénes son? Napoleón es un mendigo y Timur es su perro. Según Walter Cope, amigo inglés de Mónica: "Ese Napoleón es la prueba de que sabiduría y riqueza navegan mares distintos". Para mí, Napoleón es la sorpresa de la novela y solo por este personaje merecería la pena leerlo. Sus frases en latín son sentencias maravillosas (sobre todo para mí, que no sé latín y me encantaría saber). Por ejemplo: "Amicus certus re incerta cernitur" (Los amigos buenos dan la cara en los momentos malos).

Vamos a conocer, en un momento dado al inspector Vasconcelos, portugués y encantador que, además, "A cada lado del cuello colgaba la mitad de unas gafas que se unían con un imán sobre los ojos" ¡Cómo me gustan a mí esas gafas! Las vi por primera vez en C.S.I. Miami donde las llevaba el forense... Algún día tendré unas...

Uy, otra cosa que me ha encantado... Leo Caldas está viendo con Elvira la película Tora! Tora! Tora! y le dice que es una película que no ha visto casi nadie... ¡Yo la he visto! ¡Sí, yo! Y no me gusta el cine y no he visto casi ninguna peli... ¡qué cosas!

No me quiero extender pero hay que leerlo, sí o sí. De verdad que lo he disfrutado desde el primer párrafo hasta el último.

Cierro con una frase del padre del inspector, el personaje más entrañable: "Puedo convivir con el miedo a morirme, pero no quiero tener también miedo a vivir"

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