domingo, 14 de octubre de 2018

El templo de jazmín (Corina Bomann)

Hay que reconocer que el título suena bien... ¿o no? A mí me llamó la atención desde el principio y pensé que no podía dejarlo de leer.

Y ha resultado ser bastante interesante, sin que sea tampoco la mejor novela que he leído en mi vida, que tampoco hay que pasarse.

La autora nos narra la historia de una familia, desde la bisabuela hasta la bisnieta. En realidad, la interesante es la bisabuela, no nos vamos a engañar... La bisnieta es Melanie Sommer, fotógrafa de moda que, cuando regresa de uno de sus viajes, se encuentra con que su novio (ya prometido) tiene un accidente y está en coma.

La situación la supera un poco y decide ir a la casa en la que viven su abuela Marie, de 77 años y su bisabuela Hanna, con la friolera de 96 años. La casa es, además, el Museo de la Moda de Blumensee, que fundaron las dos mujeres unos 15 años antes del momento en que se desarrolla la historia.

Es en ese momento, cuando Hanna decide que ya es hora de que su familia conozca su verdadera historia. Todos saben que nació en Vietnam y que luego llegó a Alemania y se hizo famosa en París como sombrerera, pero nadie sabe por lo que fue pasando hasta llegar donde llegó. Así que Hanna va poniendo pistas para que sea Melanie la que vaya descubriendo y, a su vez, vaya preguntando lo que le vaya sorprendiendo.

Es una historia muy intensa, y muy dura en algunos momentos, pero muy entretenida de leer, la verdad. Para el lector, es estupendo.

También descubrimos la diferencia de carácter de las cuatro mujeres de la familia. Como decía antes, la que es interesante de verdad es la bisabuela. Las otras tres, bueno, sí, vale... pero no se pueden comparar.

Elena, la madre de Melanie, me parece serena y me da la sensación de que ancla un poco la historia... Y nos deja un pensamiento que merece la pena: "Cuando uno está delante de la montaña, cree que no podrá superarla; cuando está en lo alto, tiene miedo de caer, y cuando ya ha dejado la montaña atrás, se ríe de ella".

Eso sí, creo que me sobra todo lo relacionado con Robert, el prometido de Melanie: desde el accidente hasta el coma, pasando por su madre, que es insoportable, no aporta nada y molesta. Por supuesto, la autora quiere que nos caiga mal y lo consigue. Se llama Katja, es impertinente y desagradable. Y la historia sobreviviría sin ella y sin su hijo.

Poco más... Se aprenden cosas de principios del siglo XX, como el detalle de los gigolós: "Los gigolós eran bailarines a sueldo cuyo cometido era que ninguna mujer se quedara sentada al principio del baile". Siempre que hablo de gigolós me acuerdo de mi compañera Nieves, de la universidad, que decía que todos se tenían que llamar "Paolo"... y cuando conozco algún Paolo, me tengo que reír, es inevitable...

Es una novela entretenida, que permite pasar un rato agradable... Se deja leer bien.

Y cierro con un pensamiento que sí que puede dejar un poso... "El tiempo también pasa simplemente mientras contemplas el lago. O lees un libro".

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