domingo, 22 de mayo de 2016

Lujuria (Juan Eslava Galán)

Vamos por partes: este es unos de los siete libros que componen la serie Los pecados capitales de la historia de España. Lo compré en Círculo de Lectores y creo que aún no ha sacado más que otro.

Pero me tengo que hacer con la serie completa porque me lo he pasado fenomenal leyéndolo y he aprendido muchísimo.

Sí, claro, estamos hablando de Juan Eslava Galán, que sabe mucho y lo sabe contar muy bien, con una ironía fina que hace que no se pierda la sonrisa en todo el tiempo que uno tiene el libro en las manos. (Como los que cogen el metro todos los días a la vez que yo ya me deben conocer, no creo que se extrañen de verme partirme de risa a las 8 de la mañana...).

El libro es ensayo, no novela, eso lo primero para que nadie se sorprenda si lo quiere leer...

Lo primero es que he conocido a Asmodeo, el demonio de la lujuria. Y me ha parecido muy simpático: leotardos verdes y capa roja, barbita picuda y mirada burlona.

Y después, el lector acompaña al autor en una revisión de la lujuria en España y cómo ha evolucionado. Y es espectacular...

Atención, frase de la esposa que duerme, cuando se le acerca el marido... :"Señor, no es por vicio ni por fornmicio, que es por dar hijos a tu servicio". ¡¡¡Me encanta!!!

Por otra parte, he sabido que Emilio Castelar era homosexual. Al parecer, sus inclinaciones no eran secretas, puesto que sus adversarios políticos lo llamaban "doña Inés del Tenorio". Y, por lo visto, tuvo un idilio con Lázaro Galdiano (que después se casó con una rica heredera y con eso formó su colección de arte). La verdad es que yo me estudié la historia cuando me la tuve que estudiar pero no profundicé en los personajes y será por eso que ni siquiera me sonaba esto.

Me ha hecho mucha gracia la corte de María Cristina, viuda de Alfonso XII, a la que, al parecer, llamaban "la Virtudes". Un embajador de Marruecos, después de su entrega de credenciales, informó al sultán: "El Palacio Real, un edificio extraordinario; pero el harén flojito, muy fiojito".

El libro es una maravilla pero las notas son más que extraordinarias, la verdad. Una de ellas me parece que no se puede dejar pasar: "Como Dios aprieta pero no ahoga, en 1945 la aparición del DDT y de la penicilina permitieron un tratamiento rápido de ladillas y gonorrea. La penicilina obraba tales maravillas que muchos moralistas la consideraron, junto a las medias de cristal, un invento inspirado por el diablo para extender impunemente el vicio (recordemos que más adelante se consideró el sida un castigo permitido por Dios".

El capítulo dedicado a la censura es de morirse. Lo que podría decir un responsable del negociado de censura del Servicio Nacional de Prensa del Ministerio de Información: "Cada libro es una peligrosa sima y donde se juntan muchos libros huele el azufre del infierno, como dice fray Justo Pérez de Urbel, buen amigo mío". Y en el libro aparecen imágenes de los pequeños "retoques" que se hacían a algunas fotos.

Hay un capítulo "El animal más bello del mundo", dedicado a Ava Gardner que empieza así: "El que esto escribe es, lo admite no sin cierta pesadumbre, uno de los cuatro españoles de su generacicón que no se beneficiaron a Ava Gardner (los otros son el Fary, Fernado Fernán Gómez y Fraga Iribarne)" y luego lo explica... ¡qué momentos!

Y otra cosa interesante que nos cuenta es que "La cortesana francesa Ninon de Lenclos tenía fama de descreída pero, a pesar de ello, antes de cada coito, oraba la Virgen: Vous que avez conçu sans péché accordez-moi l'art de pécher sasn concevoir". (Vos que habéis concebido sin pecado, concededme el arte de pecar sin concebir)

Termino ya, recomendando leerlo para aprender muchísimo y pasarlo de maravilla. Y cierro con una reflexión que me ha parecido muy ilustrativa: "¡Ay, las ideas, la cantidad de barbaridades que se cometen por servirlas!"

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