domingo, 31 de enero de 2016

El regreso del Catón (Matilde Asensi)

He sido muy buena y los Reyes Magos me han traído el libro que pedí... y me ha encantado.

Sí, es cierto: ya tenía mucho ganado siendo un libro de Matilde Asensi, que me tiene ganada desde que leí El salón de ámbar antes de que fuera conocido. Pero también es cierto que me tenía que haber vuelto a leer El último Catón. Tanto es así, que me lo leeré en breve, sí, es una promesa.

El tema es muy interesante: van a tratar de buscar los osarios que contienen los restos de Jesús, María, José y el resto de sus hijos. Para Ottavia, la prota, es un problema personal porque ella es ex-religiosa y su fe es primordial en su vida. No concibe de ninguna de las maneras que Jesús no haya resucitado y que no sea lo que ella siempre ha creído. Por eso, durante todo el libro hay una cierta lucha interna dentro de Ottavia que, dicho sea de paso, es un personaje encantador.

En la búsqueda, pasan por muchas partes de la historia que resultan fascinantes y se aprende muchísimo. Y, la búsqueda les hace pasar por las bienaventuranzas que les van poniendo pruebas que no son en absoluto sencillas.

Para arreglarlo todo un poco más, el libro está escrito de una forma tan fácil de leer que es imposible dejarlo. Yo leo sobre todo en el metro y si no me he quedado más al volver a casa es porque mi estación es final de línea...

Los personajes son estupendos. Ottavia es encantadora (como ya he dicho antes): "Fui monja durante 13 años, religiosa de la orden de la Venturosa Virgen María, dirigí durante 9 años el Laboratorio de Restauración y Paleografía del Archivo Secreto Vaticano". Y el trabajo que hacía debía de ser de los más fascinantes que hayan existido nunca.

Está casada con Farag, que es también encantador, guapísimo (según su mujer) y copto: "Creemos que Jesús fue solo Dios y no hombre, que ni siquiera tuvo un cuerpo de carne y hueso, que era una especie de sombra proyectada". Es un hombre pausado, tranquilo, inteligente y a mí me cae de maravilla.

Aparece Kaspar, que ha decidido dejar de ser Catón de los staurofílakes y lleva con él a su hijo Linus. En cuanto a los staurofílakes, La única misión de ka hermandad a lo largo de los siglos había sido la de proteger a cualquier precio la sagrada madera de la Vera Cruz, descubierta por la emperatriz santa Helena en el año 326 en el monte Calvario de Jerusalén".

Tenemos otros personajes protagonistas: Becky y Jake Simonson, que son quienes meten a los demás en el ajo de la búsqueda, y su nieta Abby, que termina con Kaspar, tal y como Ottavia había pronosticado. Los Simonson son una familia "acomodada" (ja, ja). Tienen dinero por todas partes lo que les da la posibilidad de hacer cosas y conseguir cosas que se escapan hasta de lo que yo podría pensar.

El libro empieza con una reflexión interesante: "Como es bien sabido, la historia la escriben los vencedores, y los vencedores, con el tiempo, adquieren el poder de obligarnos a creer lo que escribieron, de hacernos olvidar lo que no se escribió y de inducirnos a tener miedo a lo que jamás ocurrió". Todo esto lo pensamos más adelante cuando en algún momento nos dicen que el cristianismo como tal, no fue cosa de Jesús, sino de San Pablo, que fue el que lo montó todo... En fin, con la reflexión inicial estoy muy de acuerdo, con lo otro... no voy a entrar...

Ah... Y aparecen los ismailitas nizaríes, los Asesinos, que, según el libro, aún existen (no lo sé) pero, por supuesto ya no se dedican a asesinar. Y nos hablan de la taqiyya, de la que yo ya había oído hablar, y que es un sistema que, en un principio, les permitía renegar públicamente de su fe para salvar la vida.

Me pasa muchas veces, y ahora me ha pasado también: han hablado de los mongoles, justo de lo que hablaba el libro anterior que he estado leyendo. Y me he reído un ratillo porque nos cuentan que tenían cuatro esposas principales y multitud de concubinas. No he podido dejar de acordarme de mi ex jefe (que en paz descanse) que decía que eso sí que tenía mérito: él no conseguía aguantar a una, así que, cuatro y concubinas era toda una hazaña...

El hilo conductor de la búsqueda en la que se centra la novela son las bienaventuranzas, una de las partes que más me gusta a mí del Evangelio... Y me ha resultado simpático lo que dice Farag: "Las bienaventuranzas eran los puntos básicos del programa electoral de Jesús de Nazaret. (...) Por eso he dicho que eran su programa electoral porque, como todo programa electoral no solo no se ha cumplido sino que no parece que se vaya a cumplir nunca". En lo de los programas electorales estoy completamente de acuerdo...

Como ya he dicho, se aprenden muchísimas cosas interesantes en el libro (si yo tuviera una memoria en condiciones, sabría muchísimo...) y me parece que tengo que dejar aquí esto, que me ha llamado mucho la atención: "Era lo que aparecía en el titulus, la tablilla que había en la cruz sobre la cabeza de Jesús. En esas tablillas se escribía el delito del reo, y en este caso fue declararse rey de Israel". Sí, hombre, yo sabía que ponía INRI, yo sabía lo que significaba, pero no sabía que se llamaba "titulus" ni que se les ponía a todos los reos, indicando el delito...

Sé que me estoy alargando, lo sé, pero no me puedo resignar a dejar de incluir unas reflexiones de Ottavia que me tocan mucho la fibra porque a mí me hacen pensar muchísimo: "Las cosas no habían cambiado mucho en 8 siglos. Nunca podría entender (ni aceptar) la duradera relación entre religión y muerte, por más ejemplos violentos que la historia me pusiera delante". "Si aquello era Tierra Santa y, cada vez que la visitaba, me sorprendía la idea de que un lugar tan sagrado para tres religiones distintas fuera, precisamente, el más empapado en sangre, odio y rencor del mundo". "A veces, la estupidez, la ignorancia y la demencia se abanderan de religión para crear monstruos".

Un último pensamiento curioso de Ottavia que yo también me he planteado algunas veces: "A veces me costaba un poco seguir los razonamientos básicos de las herejías. Para los católicos como yo y para los ortodoxos, Jesús era Dios y hombre al mismo tiempo de forma indiscutible, pero para los monofisitas como mi marido, Jesús era solo Dios, sin cuerpo terrenal y para los diofisitas era Dios y hombre de una manera totalmente separada. Y ¡oh, sorpresa! todos cristianos de pura cepa. Increíble".

Ahora sí que termino, recomendando que sea lea esta novela. Es estupenda y, como es una novela, puede hacer reflexionar pero no puede hacer que nadie pierda la fe... Y dejo un pensamiento que puede acompañarnos siempre y que tendríamos que grabarnos a fuego en el corazón: "Las quejas para los buenos momentos. En los malos, hay que apechugar".

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