martes, 11 de febrero de 2014

El juego de Ripper (Isabel Allende)

Ya voy con un poco de retraso con las reseñas... ¡Qué mal gestiono el tiempo!

Este libro se lo regalé a mi marido con el pleno convencimiento de que lo leería yo primero... Y es que a mí me encanta Isabel Allende. Curiosamente, hace muy poco he oído muy malas críticas de toda su obra, diciendo que no es escritora y que no vale nada de lo que escribe (no sé muy bien qué valor tendría la crítica porque el crítico que lo decía no me resultaba conocido en absoluto). A mí me gusta muchísimo: me parece una buena escritora que maneja maravillosamente bien la psicología de los personajes, las palabras y las situaciones. Y juega estupendamente con las sensaciones del lector, pasando de la risa al llanto en función de la evolución de la historia.

Y esta novela me ha gustado mucho. Según cuenta la propia autora al final del libro, le propusieron escribir este libro a cuatro manos junto con su marido, Willie Gordon, que escribe novelas de misterio. Aparentemente, a las 24 horas se dieron cuenta de que si seguían con la novela, acabarían divorciándose y... se acabó el proyecto. Pero ella quiso seguir con la novela de misterio y terminarla sola.

Los personajes son encantadores, desde Amanda Martín, la adolescente protagonista que dirige un juego de rol y decide investigar los crímenes que se suceden en su entorno, hasta Indiana Jackson, su madre, el alma real de la novela que sirve de esqueleto y sobre la que se edifica toda la trama. Pasando, por supuesto, por Ryan Miller, el navy seal paciente de Indiana, Bob Martín, exmarido de Indiana y padre de Amanda y, por supuesto, Blake jackson, el abuelo sin quien la novela no tendría ningún sentido.

La verdad es que todos los pacientes de Indiana son muy especiales. Cada uno tiene sus problemas, que son más del alma que del cuerpo... Pero es que ella tiene una forma muy especial de curar: "Indiana empezaba por escuchar la historia del nuevo cliente y darle así la oportunidad de desahogarse, a veces es le bastaba: un oído atento obra prodigios. enseguida les imponía las mano, porque creía que la gente necesita ser tocada; había curado a enfermos de soledad,de pena o de arrepentimiento con simples masajes. Si el mal no es  mortal, decía, el cuerpo casi siempre se cura solo. Su papel consistía en darle tiempo al cuerpo y facilitar el proceso."

Sin embargo, su hija, que es una chavala muy especial, con una intuición increíble, no se fía mucho de alguno de los métodos de su madre: "La homeopatía equivale a disolver una aspirina en el océano pacífico y recetarle quince gotas al paciente."

Por otra parte, ella también tiene sus cositas para establecer sus criterios: "Catalogaba a la gente a través del olfato: Blake, su abuelo, olía a bondad, una mezcla de chaleco de lana y manzanilla; Bob, su padre, a reciedumbre: metal, tabaco y loción de afeitar; Bradley, a sensualidad, es decir, a sudor y cloro; Ryan Miller olía a confianza y lealtad, olor a perro, el mejor del mundo. Y, en cuanto a Indiana, su madre, olía a magia porque estaba impregnada de las fragancias de su oficio." Me ha gustado mucho porque para mí, el olfato es un sentido muy importante. Los olores me traen recuerdos bueno o malos, dependiendo, pero es uno de los sentidos que tienen para mi más importancia. Sé que a mi madre le pasa lo mismo, así que, seguro que esto es hereditario...

Genial la referencia que hace a 50 sombras de Grey. Ryan Miller mantiene en un momento dado una relación con una ejecutiva agresiva oriental que tiene tendencias masoquistas, cosa que él no entiende porque ha sufrido mucho en las guerras en las que ha participado y no comprende que se quiera sufrir gratuitamente. Entonces, la muchacha le deja el libro, con anotaciones, para que lo lea, a ver si pilla por dónde quiere ir ella. A él no le gusta mucho, la verdad y hace el siguiente comentario: "Se trataba de una novela con un título sobre el color beige, o tal vez era gris, no estaba seguro, muy popular entre las mujeres, con el argumento tradicional de las novelas románticas más una dosis de pornografía suave, sobre la relación sadomasoquista entre una virgen inocente de labios turgentes y un multimillonario guapo y mandón. Un resumen absolutamente genial.

Ya voy a terminar, pero tengo que decir que hay que prestar muchísima atención a Atila, el perro de Ryan, que es sordo pero ha sido muy bien entrenado para misiones especiales y es capaz de entender solo una mirada, un gesto o un apretón más o menos fuerte en su lomo. Es la fidelidad absoluta.

Acabo con el lema de Indina: "Un buen día, más otro buen día, igual a una buena vida".

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